Capítulo 9: Mi dulce y bella señorita.
Es el cumpleaños número quince de Jesilet, se convierte en una hermosa y joven señorita. El primer fruto dulce que emerge del árbol, fresco, colorido, brillante y lleno de vida, una tentación, la primera y la más profunda arraigada en los hombres, completamente protegida por la serpiente, un ser que se arrastra y escala el árbol, serpenteando entre las ramas, pomponeándose con sus escamas, seseando arrulladora, colmillos cargados de veneno. Un ser celoso, orgulloso, muy cauteloso con su fruto prohibido. Es solo suyo para presumir, para poseer, no importa si al final el fruto se marchita y muere, mientras no le pertenezca a nadie más.
Jesilet cumple quince, yo tengo diecisiete, hace un año debimos habernos conocido, ella con su trinidad de héroes, y enfrentarse a mí. En dos meses se cumpliría el aniversario de mi decapitación. Una fecha de honor.
"¡Delia! ¡Delia! ¡Mira lo que me regalo Dolla por mi cumpleaños! Pastel de fresas. ¡Está delicioso! ¿Quieres la mitad?"
"Vaya niña tan ruidosa a esta hora de la mañana. Una pensaría que después de más de una década del mismo sermón se te habría pegado algo"
"Uh. Yo... lo siento" las mejillas se le colorearon.
"Está bien, dulce sol" le obsequie una sonrisa conciliadora "Es tu cumpleaños, así que dejare que te salgas con la tuya" guiñe un ojo de buen humor. Jesilet inmediatamente recobro todo su buen humor. Me ofreció de nuevo de su pastel, acompañado de té, para pasar juntas la mañana.
Oh, la dulce criatura, lo primero que hace después de recibir su primer regalo es correr de regreso a mí para compartirlo únicamente conmigo. Han pasado doce años desde que la acogí del orfanato, largas noches y días juntas, familiarizándonos, siempre estando la una con la otra, nunca demasiado lejos. Eso en algún momento debe llegar a ser agotador, ¿verdad? Por más que ames o disfrutes la compañía de alguien, necesitas tu espacio, un tiempo para solo ser tú, respirar y apreciar la soledad. Pero para Jesilet no es así, le enseñe a depender tanto de mí, que su seguridad solo era en mis brazos, en mi cama, su comodidad llegaba solo en mi regazo mientras peinaba su cabello dorado, su diversión eran conocimientos que solo las dos compartíamos, demasiado perspicaces como para notar lo que otros no veían, algo que solo nosotras, sus intereses mezclados con los míos, editando o alterando diferencias hasta que de alguna manera no había ninguna, y si la había, de alguna manera se conectaban.
Hice un buen trabajo.
Ahora, ahora, ¿el suficiente como para pasar exitosamente esta prueba?
"¿Estas emocionada por tu debut en sociedad, Jesilet?"
"¿Um? ¿Por mi debut? Realmente no"
"¿Oh? ¿Y por qué es eso?" la joven solo se encogió en hombros, un habito que tristemente aún conservaba de su esencia como plebeya, pero que lo hacía de tal manera adorable que no se lo pude corregir del todo. Bueno, si decidiera cambiar por completo a Jesilet, convertir lo que la hace ser en otra... cosa, así no sería divertido, ¿Verdad?
"Soy solo una plebeya adoptada por una familia noble. No es que vaya a resaltar demasiado" responde al fin.
"¿Una joven tan hermosa y talentosa como tú? ¿Además con el respaldo de la segunda familia más influyente del país? Te lloverán miradas, todos querrán conocerte, inclusive..." relamí mis labios, disfrutando las siguientes palabras "¿Pretendientes?" el cuerpo de Jesilet se puso rígido de golpe, como si algo la sujetara desde adentro. Decido ocultar mi sonrisita.
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La venganza más dulce
Ngẫu nhiên[Historia finalizada] Ardelia Mappther es la persona mas horrible que te puedas imaginar. Una hedonista cruel y que solo vive para su propio placer, capaz de manipular, torturar y asesinar con tal de divertirse. Una terrible villana en una historia...