22. Una ruta diferente

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Última clase del día y Jennie se encontraba sentada a dos carpetas atrás, apuntando todo lo escrito por el maestro en el gran vidrio frente a todos.

Después de lo sucedido con Lisa en el salón de música, esos recuerdos en el laboratorio de Nueva York con Jihyo no salía de su interior, repitiendo lo mismo cada minuto, como si de un disco rayado se tratase. ¿A qué se debía? No lo sabía, pero la fastidiaba de alguna manera.

Sana no había ido ese día, por consecuencia, al lado de ella se sentaba un chico un tanto peculiar que no había intercambiado palabras desde su aparición, solo la miraba de reojo cuando podía, le parecía curioso como la chica escribía demasiado rápido y sin dejar de ver la pizarra.

Comportamientos raros.

Lo que hacía ella es raro, entonces, ¿Debía utilizar el aparato que le dio su madre?

Con un lío en su cabeza, despeinó su cabello teñido de gris en signo de frustración, era muy malo para pensar las cosas, en realidad, era malo en todo, tanto así, que hasta ni él sabía el porqué seguía en la preparatoria.

—¿Te sientes bien?

La voz suave de Jennie le dio un pequeño susto, tocando su pecho con una expresión exagerada poco después.

—Me asustaste—le dijo, soltando una risa nasal.

—Lo siento, no quise hacerlo—sus comisuras descendieron levemente, como si tratara de notarse lo más arrepentida posible, y eso al chico lo alteró.

—¡Oh, no, no!—susurraba mientras movía sus manos de un lado para otro, volteando su cuerpo hacía la dirección de Jennie—solo fue broma, ya sabes, no es para que te pongas así—hizo una mueca y se agarró la nuca un poco nervioso al tener toda la atención de ella.

—¿Una broma?—la prototipo frunció el ceño, los humanos son muy confusos.

—Eh, sí—entonces, una vez más, se despeinó el cabello, buscando un agrado por parte de la castaña, o tal vez, solo para parecer uno de los "chicos lindos" aquí—¿Cómo te llamas?

—Jennie—responde con una sonrisa dibujada en su rostro.

"Verse amable ante los demás"

—Oh, uhm, un gusto, soy Felix—le sonrió de vuelta, sus mejillas sonrojandose levemente. Que las chicas le sonrían no era muy común en su vida, y ahora que Jennie lo hacia, su timidez aparecía.

—¡Lee Felix!

El grito del hombre fofo con grandes gafas negras asustó al pequeño y flacucho chico de cabello gris, causando las risas de los demás en el salón.

—¡La mariquita se asustó!—gritó uno a carcajadas.

—¡Silencio!—el maestro nuevamente callando a sus alumnos—este tema es importante y necesito que pongan mucha atención—pidió con enojo y mirando fijamente al chico que anteriormente se había burlado—al final de clases te quedas conmigo.

Es lamentable decir que aún la homofobia existía.

—¿Qué pasa?—pregunta una confundida Jennie.

—Nada, solo es un insulto, sucede a veces—pronuncia Felix mirando sus manos jugar entre sí.

—En Suecia existe una creencia que aquel insecto da suerte para la búsqueda del verdadero amor—le informa con el ceño fruncido—ese tipo es un ignorante.

El ojimarrón no pudo evitar sonreír, rápidamente tomando una pequeña y agradable confianza con la morena.

—Uhm, ¿Te apetece venir conmigo a la competencia de "fly" cuando todo esto termine? Un amigo va a participar y quiero verlo en acción—le ofrece mirando la hora en su celular, confirmando los dos minutos que faltaban para acabar la clase.

—Yo. Yo—la prototipo parpadeó unas cuantas veces al sentir unos pinchazos en su cabeza, viendo como una vez más el recuerdo del laboratorio se hacía presente en su interior—sí.

Oh, Jennie. Los líos que tendrás después.

•••

"¿Cuál es tu nombre?" pregunta Jihyo situándose frente a la castaña creada por ella. Su emoción perfectamente ocultada para las cámaras.

"Jennie" responde, fijando su vista en la científica para poco después mirar todo a su alrededor.

"¿Para qué estás hecha?"

"Para poder entender y convivir con los humanos"

—¿Te sientes bien?

La voz del chico la llevó al exterior nuevamente, parpadeando incontables veces para eliminar lo borroso de sus ojos.

—Sí.

Los dos ya se hallaban caminando con dirección a el nuevo paradero de la competencia de "fly", un sitio escondido por los callejones de Seúl y muy transcurrido por los adolescentes.

No se preocupen, Jennie no está sola, dos de sus guardias se habían percatado de sus movimientos cuando la vieron salir con Felix y los siguieron rápidamente, sin intervenir porque esas eran sus órdenes, pero si algo sucedía mal lo informarían de inmediato.

—Sabes, estas carreras a veces son peligrosas, así que si ves algún accidente no te preocupes, solo sufren un pequeño rasguño—aconseja apretando su agarre en las correas de su mochila negra, pensando si era buena idea seguir llevándola hasta allá.

Jennie procesó todo lo dicho y miró el perfil blanquecino a su costado.

—Si eso sucede seguido tal vez hayan médicos, ¿no?

—Algo así—responde, rascando su nuca con nerviosismo.

—Bien.

Afueras de la preparatoria...

—¿Lisa?

Una Rose muy confundida se detuvo al ver a la chica sentada en una de las bancas que hacían allí. Ella, al escuchar su nombre, levantó la vista de sus zapatillas e hizo una mueca al notar que "bichito" no estaba a su lado.

—¿Y Jennie?—pregunta un tanto preocupada.

—Pensé que estaba contigo—le dice frunciendo el ceño.

—Pues no, yo espero aquí—palmea la madera y sonríe con sarcasmo para que poco después ruede sus ojos—siempre lo hacemos así, ¿dónde está ella?

—Exacto, lo hacemos así, pero esta vez fui a verla a su última clase y no la encontré pensé que ustedes me esperarían a la salida porque si recuerdas Jimin tiene una competencia hoy—habló tan rápido que al terminar tuvo que inhalar nuevamente.

Lisa se levanta de la banca al escuchar aquello, agarrando su mochila bruscamente.

—¿No se lo habrá llevado el tonto de tu hermano?—pregunta con enojo, casi gruñendo al final, causando un pequeño temblor en el cuerpo de Rose.

—¿Po-por qué lo haría?—intentó tomar el control de la situación, pero al ver que "bestia" había regresado, mejor trató de ser lo más pasiva posible. Ella logró tener una cierta confianza con Lisa hace varios días atrás, claro, después de que aquel comportamiento característico de la tailandesa se haya ido.

—¿Por qué lo haría?—repitió exageradamente sin quitar su mirada de ella—estaba coqueteando e invitandola a que vaya a verlo en la competencia.

«¡Maldición, Jimin! ¡Como te gusta jugar con fuego!» se dijo mentalmente la rubia.

Jennie | Jenlisa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora