Capítulo 21

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El amanecer llegó, ni cuenta me había dado. Pasé la noche anterior entre lágrimas y lamentos. No pude dormir del todo.

Mi cabeza le sigue dando vueltas al tema, no puedo dejar de pensar en Ritsuka, ¿qué tal si no lo trataron bien?, ¿y si Ritsuka no quiso comer y ahora está pasando hambre?, ¿y si estuvo llorando mucho y ahora le duele la garganta?, ¿y si se le olvida pedir ayuda?.

No puedo evitar preocuparme por él, le tengo un particular aprecio, Ritsuka es realmente un hijo para mí. Jamás me había planteado la idea de tener hijos, me enfocaba mayormente en estudiar y trabajar como es debido, me llevo bien con los niños, aunque tal vez yo jamás tendré hijos biológicos ya que solo me gusta Akihiko y con él no puedo tener hijos.

Eran las seis de la mañana y ya estaba pensando cosas deprimentes.

Me puse a recoger los juguetes de Ritsuka que se encontraban regados en la sala y los coloqué dentro de una caja que posteriormente guardé en mi clóset. Tal vez luego le regale los juguetes de Ritsuka a mi sobrino...

Cada juguete que miro me recuerdo a Ritsuka y la forma en que jugaba corriendo por toda la casa.

Puede ser que ahora Ritsuka me odie con todo su ser, lo más probable es que piense que soy escoria, y lo peor es que no se equivoca, de verdad que soy un idiota.

No tengo ánimos de hacer nada, Ritsuka solía ser quien me animaba y me motivaba cada día. Sin importar que tan deprimido me sienta, igual debo ir a la universidad...

Me dí una rápida ducha, me coloqué una ropa casual, tomé mi mochila y simplemente emprendí camino a la universidad a pie. Últimamente no he tenido mucho apetito, me obligaba a mí mismo a comer solo porque Ritsuka me regañaba si no comía. Ritsuka siempre se enoja cuando no me alimento bien.

Ciertamente se siento extraño caminar solo a la universidad, ya me había acostumbrado a ir de la mano con Ritsuka o cargándolo.

Suspiré. No puedo dejar de pensar en Ritsuka, extraño mucho a ese niño, a mi hijo. Ahora siento un enorme vacío, me siento más solo que nunca.

Sin darme cuenta ya había llegado a la universidad, pero... había algo extraño, casi todos los estudiantes tenían sus mirada fijada en mí. Me veían extraño, como si yo hubiese cometido un crimen o algo así, y también murmuraban cosas.

Fue entonces que me dí cuenta de qué hablaban de mí, lo sé porque oía a la perfección como pronuncian mi nombre. Caminé por los pasillos sin entender por qué yo era el centro de atención de todos los estudiantes de la universidad.

—Rompe hogares—murmuró una chica refiriéndose a mí, ni la menor idea de quién es ella, y dudo que ella me conozca, no entiendo por qué dice eso. Ni comprendo por qué todos susurran cosas sobre mí, hasta donde sé no he hecho nada digno de la atención de todos.

—Nakayama-kun se ve tan inocente... pero es un imbécil—dijo otra que estaba cerca mío sin dejar de verme con indignación.

Todos los jóvenes que estaban en el pasillo me miraban con un sentimiento entre sorpresa, indignación y asco. Me miraban como si yo fuera la peor escoria del mundo. Mis manos apretaban fuerte la correa de mi mochila, me entristecía sus palabras, sigo sin entender el motivo exacto de sus insultos.

Decidí ignorar las malas palabras que me dirigían los jóvenes cerca mío. Lo peor es que ni la menor idea de quiénes son, tal vez los haya visto alguna vez que nos cruzamos inevitablemente en los pasillos, pero hasta ahí, eran desconocidos, aún así me propinan comentarios ofensivos.

Primero lo de Akihiko, después lo de Ritsuka y ahora esto...

Jamás me habían hecho bullying la verdad, siempre me he llevado bien con todos. En la secundaria tenía varios amigos. No entiendo por qué justo ahora...

Su hijo (Given)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora