Isabella sabía que no debía hacer lo que estaba haciendo, de todas maneras no fue como si fuera a detenerse, no, ella simplemente siguió a su camino, diciéndose a sí misma que solo espiaría un poco.
Solo asomaría su cabellera de un perfecto y liso platinado, observaría si lo veía a lo lejos y después se iría.
Con ver sólo una porción de piel estaría bien.
Y nada más.
Sabía que eso que estaba por hacer, estaba mal por muchísimas razones y que probablemente lo que estaba haciendo hasta podría considerarse tóxico, pero en todo aquello que se relacionaba con él, ella honestamente, no sabía controlarse.
O no podía.
O no quería.
Todavía no lo decidía.
Así que fue ligera y silenciosa como una ninja, se asomó a los vestuarios, aunque sabía que probablemente sería descubierta, y espió.
Sin embargo no lo vio, no logró encontrarlo allí, no logró ver al hombre que lograba cortarle el aliento, porque Xander, a pesar de todos estos años, le seguía pariendo el hombre más caliente y hermoso que había visto en su vida.
Y no es como si Isabella no follara con otros, por supuesto que follaba con otros, pero cuando te conocías con alguien como ellos dos se conocían, el sexo pasaba a ser de otro nivel.
Xander conocía todos y cada uno de los trucos para hacerla volver loca de placer, para hacerla suspirar, gritar y llegar al clímax.
A Isabella le costaba muchísimo llegar al clímax en algunas ocasiones, y no estaba mal con ello, simplemente era algo que en ocasiones pasaba, que su cuerpo se negaba a responder y terminaba con un cabreo monumental, sin embargo con Xander aquello nunca pasaba, ella siempre quedaba satisfecha.
Siempre.
Apartó aquellos pensamientos de ella llegando al clímax, ya que la última vez que lo había hecho había sido hace semanas, cuando se había colado en la ducha de Xander y la había hecho llegar, primero con sus dedos y después con su lengua.
Joder.
Se había apoyado en la pared al costado de la puerta de entrada de las duchas masculinas, de manera distraída, como si en realidad estuviera esperando a alguien, mientras se repetía que debía irse antes de que la vieran.
Iba a volver a asomarse, en verdad lo haría, solo para ver si lograba tener un vistazo del torso descubierto de Xander, de su cuerpo fibroso, de la tinta de colores que adornaba su piel, pero al ultimo segundo se arrepintió, por qué no debería estar allí, no debería ser siempre ella la que volviera a buscarlo para caer en aquel círculo vicioso, pero... lo extrañaba y aquello era algo que le costaba muchísimo controlar, era como si su piel estuviera desesperada por la piel de él, como si sus órganos —los reproductores, mayormente— ansiaran un poco de su atención, de todas maneras aquello era algo que Isa podía controlar, pero lo que le era completamente imposible de controlar, era la añoranza de él, de cuando había sido su amigo, su novio, su amante.
Extrañaba la manera en que la miraba después de follar, la manera en que la abrazaba, en el que le susurraba lo bonita que se veía así, con su semen corriendo por sus piernas.
Media vuelta.
Debía darse media vuelta cuando aquellos pensamientos llegaban a su mente, cuando el recuerdo de él con ella atacaba, cuando le hacía consciente de todo lo que probablemente podrían ser juntos y el destino se encargaría de que no fueran.
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Pecado con sabor a chocolate [+21] ©️ LIBRO 1
RomanceMinerva es una joven llegada hace poco tiempo a la ciudad de Nueva York, con la ilusión de trabajar para uno de los chefs más importantes del mundo. Sin embargo las cosas no terminan saliendo como esperaba, por lo que -si bien trabaja para Pierce Gr...