CAPÍTULO ONCE

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ENTRE RISAS, TEQUILA Y BAILES ERÓTICOS




Nunca me había divertido tanto en mi vida, así como tampoco nunca me había reído tanto.

No se cuantos shots de tequila hemos bebido, pero deje de contar cuando Dante se atoro con el limón y comenzó a toser como si estuviera siendo sometido a un exorcismo, escupiéndonos a nosotras en el proceso.

Isabella grito con asco y yo simplemente me carcajee hasta caerme del reposabrazos del sillón, mostrando mi ropa interior cuando paso— ya que mi amiga me obligo a usar un vestido extremadamente corto—, haciendo que todos nos riamos aún más.

—Deja de hacer eso —me regaña Isabella cuando por tercera vez intenté bajarme el ceñido vestido.

Tengo que admitir que es hermoso, de un color dorado que se ciñe a mi cintura como una segunda piel, con dos copas que mantienen mis pechos en su lugar ya que tiene la espalda descubierta y debía usarse sin sujetador.

Isabella se encargó de hacerme un maquillaje sutil y de peinar mi cabello color chocolate con ondas en sus puntas, ella por su parte se puso un pantalón de cuero negro que se adhiere a sus largas piernas, con unos tacones de infarto —iguales a los que me obligo a usar a mi—, y un top de color rojo fuego. Su cabello platinado está ajustado en una cola alta, las puntas también terminando en ondas. Dante por su parte tiene un pantalón corto por encima de las rodillas con una camisa de colores chillones que tiene la mayoría de sus botones desabrochados.

Decidimos ir a esa fiesta que había mencionado temprano Dante, de una tal Gina, sin embargo no me pasó desapercibido como Isa endureció su expresión, como si esa persona no fuera de su agrado, sin embargo así como apareció, se borro, reemplazándola por una sonrisa que me supo forzada.

Así es como nos encontramos caminando a la dirección de ese bar, o boliche, no sé qué demonios es, mientras no dejamos de reírnos, o por lo menos no dejamos de reírnos Dante y yo, ya que estoy caminando como si fuera por un campo minado, intentando por todos los medios no irme de cara al suelo.

De todas maneras mis ánimos caen cuando veo la fila que hay para entrar al boliche, es de por lo menos una cuadra y todos parecen estar esperando hace bastante tiempo.

Estoy a punto de decir que volvamos, que me siento más cómoda estando en pantuflas y bebiendo en su departamento cuando Isa me toma de la mano y me obliga a avanzar hacia la entrada, sorteando la fila que tenemos delante.

Algunas de las personas medio nos abuchean, sin embargo a mis amigos parece no importarles, porque luego de cruzar unas cuantas palabras con el gorila de la entrada, me veo ingresando al predio sin muchos miramientos.

Me siento de la realeza.

La música suena a todo volumen, mientras que tengo que entrecerrar los ojos cuando las luces de todos colores me ciegan por un instante. El lugar está a rebosar de gente, los camareros avanzan con bandejas llenas de bebidas con unos trajes al completo en colores fucsia que parecen brillar en la oscuridad, las máquinas en las esquinas crean una niebla en el lugar, haciendo que apriete más mi agarre en Isa para no perderme.

Nos detenemos en la barra y no me pasa desapercibido como mis amigos se manejan en el ambiente como si fueran habitués de aquel lugar, de todas maneras no me quejo, sino que tomo el botellín de cerveza que me tiende Dante.

—Por una noche inolvidable —murmura con una sonrisa divertida.

Brindamos entre sonrisas antes de dar un buen trago, sin embargo cuando estaba a punto de hablar, una voz nos interrumpe.

Pecado con sabor a chocolate [+21] ©️ LIBRO 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora