Capítulo 02

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—¿Puedo... —comencé a hablar pero fui interrumpido cuando el rubio me tomó de la nuca y unió nuestros labios en un beso húmedo y lento.

Cerré mis ojos y rodeé su cintura con uno de mis brazos a la par que correspondía el beso. Sus dedos se enredaron en mi cabello y se apegó más a mí, y podría asegurar que escuché un gemido salir de su boca cuando nuestras entrepiernas chocaron. El sonido aún no se ha borrado de mi mente.

El beso cada vez se iba intensificando más, y llegó un momento en que tuvimos que separarnos para poder recuperar el aliento. Juntamos nuestras frentes, mirándonos a los ojos, unidos por un delgado hilo de saliva cuando nos separamos, el cual él rompió al pasar su lengua por sus labios rojos e hinchados.

Luego de unos segundos se nos acercó su amigo pelinegro y le dijo al oído algo que no alcancé a entender. El rubio sólo asintió y se giró de nuevo hacia mí.

—Me tengo que ir, lo siento —dijo algo apenado—. Pero antes... —Se quedó callado y volvió a besarme con intensidad, dejando que nuestras lenguas jugaran por algunos segundos para finalmente dar una última mordida a mi labio inferior y separarse, después dando media vuelta y encaminándose hacia donde estaba esperándolo su amigo.

—¡Espera! —Corrí detrás de él y lo tomé del brazo—. No sé ni siquiera tu nombre, ¿cómo voy a encontrarte de nuevo?

Sólo sonrió y se acercó al espacio entre mi cuello y mi hombro, corrió un poco la tela de mi camisa y lamió aquella zona sensible, sacándome un pequeño gemido, que fue reemplazado por un quejido cuando encajó sus dientes con fuerza en mi piel. Estaba seguro de que me había sacado sangre y pude confirmarlo cuando se alejó un poco y relamió sus labios un tanto ensangrentados.

—Yo te encontraré... Estoy seguro de que te voy a reconocer, y esto... —Señaló la mordida en mi cuello—. Tómalo como un recuerdo, espero que no me olvides tan fácilmente.

—No lo haré, dudo mucho que pueda hacerlo —afirmé con seguridad.

—Adiós. —Dió un casto beso a mis labios y se marchó de ahí.

Me quedé parado en el mismo lugar hasta que lo perdí de vista cuando salió de la casa junto a su amigo.

—¿Y ahora qué se supone que haga? —me pregunté a mí mismo en voz alta, aún procesando todo lo que acababa de pasar.

Al final sólo me dispuse a beber, beber como si no hubiese un mañana. Tratando de hacer de eso una distracción para el resto de la noche.

•••

A la mañana siguiente desperté con un dolor de cabeza horrible, sentía como si me estuviesen taladrando la cabeza y mi cuerpo me dolía como si me hubiese atropellado un camión. A eso sumándole que no tenía ni idea de dónde estaba, y que me sentía muy sucio y pegajoso.

Tallé mis ojos con mis puños y los entreabrí, la luz del sol molestándome al instante. Luego de unos segundos pude acostumbrarme a la claridad y me rasqué la cabeza confundido cuando reconocí mi habitación.

—¿Cómo llegué aquí? No recuerdo nada —pensé en voz alta y traté de recordar lo que había pasado, sólo obteniendo recuerdos borrosos y un sinfín de lagunas mentales.

Me senté con algo de rapidez en la cama y un dolor punzante se hizo presente en la base de mi cuello.

—¡Ay! —me quejé llevando mi mano a cubrir esa zona, sintiendo una marca algo grande, lo que hizo que me asustara y me levantara con rapidez para verme en el espejo—. ¿Qué rayos?

Al quitarme la camisa y ver el lugar de donde provenía el dolor hice una mueca de confusión. No tenía ni la más mínima idea de cómo había llegado eso ahí, ni de qué había pasado en la fiesta para que yo terminara con esa mordida en mi cuello.

ɪ ᴋɪꜱꜱᴇᴅ ᴀ ʙᴏʏ [ʜʏᴜɴɪɴ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora