II

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Dante tocó a la puerta de la cabaña de Afrodita mientras entraba - Silena - llamó a la líder de la cabaña.

La chica salió de detrás de una de las cortinas mientras se le caía la armadura que llevaba en los brazos - Hola Dante, perdona por el desastre - dijo mientras se agachaba a recoger lo que se le había caído.

Dante miró la cabaña, preguntándose donde estaba el desastre. Si vieses mi cabaña, pensó - No pasa nada. ¿Están listos tus campistas? -

En respuesta un grupo de hijas de Afrodita salieron totalmente maquilladas del aseo - Hola Dante - dijeron estas mientras iban a sus literas.

- Lo siento... He intentado convencerles de ir a entrenar. Pero nadie quiere... - dijo Silena mirando a sus campistas. Todos los hijos de Afrodita estaban en sus literas, leyendo revistas de moda o jugando con productos de belleza. Sin duda no parecían muy dispuestos a entrenar.

- Tranquila, yo me encargo - dijo este con una sonrisa. Dante llegó al centro de la cabaña y carraspeó llamando la atención de todos los presentes. Por lo general los campistas de otras cabañas no debían entrar en cabañas que no fueran las suyas, pero Dante tenía la mala costumbre de desobedecer esas reglas que para él eran estúpidas - Hola chicos. Bueno... tenéis cinco minutos para preparaos, nos vamos a entrenar - dijo con una sonrisa siniestra, haciendo que los hijos de Afrodita se mirasen entre si sorprendidos.

Una de las campistas salió del fondo de la cabaña y se acercó a Dante con una sonrisa encantadora - Dante... Teníamos pensado hacer otra cosa - dijo, pasando su mano por el pecho del chico - ¿Qué te parece si te quedas conmigo un rato? -

La chica intentó usar la Embrujahabla, haciendo que la mente de Dante se nublase momentáneamente - Bien intentado Nora - respondió él, quitándose de la cabeza la extraña sensación del cuerpo.

- ¿Seguro que no quieres? - volvió a preguntar pero Dante ya no la escuchaba.

- Nora, tú tienes tres minutos, por lista - dijo con una sonrisa.

- Venga chicos, vamos - le apoyó Silena. Los campistas de Afrodita suspiraron y se levantaron de sus literas. Dante salió de la cabaña junto a Silena mientras los demás se cambiaban - Me sorprende que hayas podido resistir al Embrujahabla de Nora -

- Ha sido difícil... - respondió él mientras se frotaba la cabeza - Esa habilidad vuestra es muy molesta -

- Bueno, no todos tenemos la fuerza para levantar montañas - respondió ella con una sonrisa. Ambos siguieron hablando tranquilamente hasta que los campistas de Afrodita salieron de la cabaña. Silena pasó lista rápidamente, comprobando que todos sus hermanos estaban listos - Ya están todos -

- Bien, vámonos de una vez - dijo mientras echaba a andar hacia la zona de entrenamiento, seguido de Silena y sus hermanos. Una vez allí todos se dispusieron en fila mientras Dante daba un repaso a sus armas y armaduras. Y así empezó el entrenamiento, parecía que sus amenazas habían funcionado y todos los campistas estaban practicando - Relájate, no tenses tanto el cuerpo - le explicó a uno de ellos.

Dante llegó a donde Nora estaba practicando con uno de los campistas - ¿Te gusta lo que ves? - preguntó ella en cuanto lo vio.

- No está mal, pero podría ser mejor - respondió cogiendo su espada - Lo primero, relájate, no estés tan tensa y coge la espada así - Nora soltó el aire relajando su cuerpo - Eso es. Ahora, adelanta un poco este pie -

- ¿Cómo haces para estar relajado en un combate? - preguntó ella.

- Te acostumbras - respondió Dante mientras se encogía de hombros - Piensa que vuestra virtud no reside en la fuerza bruta -

ARES #2 // DIOSES DEL OLIMPODonde viven las historias. Descúbrelo ahora