XV

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Lo intentaron durante lo que parecieron horas, pero sin ningún éxito. La roca no se movía. Chillaron por las grietas, dieron golpes, hicieron todo lo que se les ocurrió para mandarle una señal a Grover, pero no les llegó el menor indicio de que les hubiese oído - Oye - le dijo Annabeth a Dante - ¿Tú no eras super fuerte? Mueve la maldita piedra -

- No puedo - respondió él mientras buscaba alguna posición para intentar mover la dichosa piedra - Es demasiado grande... No se ni por dónde cogerla -

- ¿Tenemos otro plan? - preguntó Percy.

- Puedo romperla – murmuró Dante mientras se alejaba un par de metros para coger carrerilla.

- ¿Te has vuelto loco? – preguntó Percy mientras le veía convocar el poder de Ares - ¿No puedes moverla pero sí romperla? -

Dante cerró su puño derecho, concentrando toda su energía en ese punto. El resto del grupo decidió alejarse unos cuantos metros al comprender que no había marcha atrás - A veces es más fácil romper las cosas... - a su alrededor se formó un halo de puro poder y el hijo de Ares se lanzó a toda velocidad contra la monumental piedra, propinando un tremendo puñetazo que hizo que toda la isla temblase.

Y sin embargo, la piedra solo se resquebrajo un poco – Espera... ¿Qué? – musitó mientras veía como sus nudillos empezaban a sangrar - ¿De qué demonios está hecha esta maldita piedra? –

- Era obvio que eso no iba a funcionar – comentó Helena, aunque a pesar de sus palabras no podía esconder su sorpresa. Había visto la fuerza devastadora de Dante y sin embargo esa piedra solo se había resquebrajado un poco – Y que sepas que yo no voy a curarte eso... -

- Estoy perfectamente – respondió él mientras escondía su puño en el bolsillo de su chaqueta. Probablemente se hubiese roto todos los huesos de la mano pero ahora tampoco tenía derecho de quejarse. 

- Ahora, si ya has acabado de hacer el tonto – dijo Helena – Ven, Annabeth está pensando un plan –

Dante y Helena se sentaron junto a Annabeth, Percy y Michael, en la cumbre y observaron desanimados la silueta azul celeste del cíclope moviéndose entre su rebaño. Había separado juiciosamente el ganado normal de las ovejas devoradoras de hombres, situando cada grupo a un lado de la profunda sima que dividía la isla. Sólo era posible cruzarla por el puente de cuerdas, y las tablas estaban demasiado separadas para las pezuñas de una oveja.

Observaron a Polifemo mientras visitaba también a su rebaño carnívoro en el otro lado. Por desgracia, no se lo comieron. De hecho, se movía entre aquellas ovejas con total despreocupación; les daba de comer una carne misteriosa que llevaba en una gran cesta de mimbre – Venga, ¿cuál es el plan listilla? -

- Artimañas – sugirió Annabeth - Si no podemos vencerlo con la fuerza, tendremos que hacerlo con alguna artimaña –

Yo sí puedo vencerlo con la fuerza, pensó Dante mientras veía el cíclope. Sin duda era grande, pero no estaba ni remotamente cerca del nivel de Críos. Ya había acabado con un autentico gigante, otro más no sería ningún problema.

- De acuerdo – dijo Percy - ¿Qué artimaña? -

- Esa parte aún no se me ha ocurrido – respondió Annabeth con la mirada fija en la enorme piedra.

- Yo sí que tengo un plan, voy allí. Mato al dichoso cíclope, cogemos el vellocino y nos largamos... - contestó Dante mientras jugueteaba con sus dagas.

- No podemos irnos sin Grover... - repuso Percy – Y necesitamos que Polifemo mueva la piedra. Tendrá que hacerlo para dejar pasar al rebaño -

- Al medio día... – dijo Helena mientras miraba el sol en lo alto del cielo – Necesitará volver para que las ovejas puedan descansar -

ARES #2 // DIOSES DEL OLIMPODonde viven las historias. Descúbrelo ahora