| 02 |

20.7K 2.5K 4K
                                    

| Dedicación: Vedma-Romanova |

Capitulo dos: Caos.

Siempre me vas a querer. Yo presento para ti todos los pecados que nunca has tenido el coraje de cometer.

✞

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Tomé asiento en la única silla de color rojo de la gran mesa. Al parecer, no le habían puesto un dedo desde que me había ido. Seguía estando justo en el centro, llamando la atención entre tanta negrura sin vida. Así como también estaba yo, siendo la única mujer activa en reuniones, y también, la única jefa registrada de mierdas como lo era la legión del lobo.

Aquí en el bajo mundo, yo era una puta leyenda.

—¿Posición general?—Dicté con confianza, pero con autoridad.

—Princesa, hay mucho que no sabes. Ha pasado tiempo desde la última vez que nos lideraste.—Hans posó sus manos sobre la mesa. Y seguido, todos posaron las famosas caras de póquer. Serios, sin nada que alterara su semblante.

—Entonces pónganme al corriente. Quiero todos los registros desde el día que me fui. Y los quiero mañana mismo a primera hora en mi oficina. Hans, si puedes, quiero que activen mi oficina esta misma noche.

Hans esbozó una suave sonrisa y me asintió. Sin duda alguna, él era el único en el que podía confiar estando en la legión del lobo. Pues él fue quien alguna vez me ayudó a escapar de este hoyo sin final al que nuevamente estoy cayendo.

Entonces, una risa que nunca había escuchado en mis tiempos como reina reverberó en la habitación. El silencio que le siguió fue corto, pero ansioso.

—¿Y quién es esta?—El hombre, como de unos treinta y tantos, un par de canitas y las comisuras de sus labios llena de arrugas, puso sus palmas en la mesa, dejando un ligero rastro de sudor en esta. Solo atisbé a elevar la ceja con simpleza.—No me digas que dejas que tu puta tome el mando cuando quiera, Colt.—Dijo, mirando a Trevor.

El dueño de los ojos verdes, con una actitud bastante despreocupada, solo soltó una risita vacía. Y nadie se esperó como un con un movimiento demasiado rápido para el ojo humano, ya estaba con el cañón de su arma apuntándole entre ceja y ceja al hombre.—Te vuelves a referir a ella como una puta y para la próxima te vas en un cojonero ataúd. ¿Me escuchaste, Paul?

El hombre, demasiado asombrado para siquiera pestañear. Tragó saliva y asintió. Trevor le daba miedo a cualquiera. Era alto e imponente, fuerte, y pocas personas lo hacían doblegarse. Cargaba tanto honor y lealtad que cualquiera pensaría que es una broma decir que comanda una legión de mercenarios. Sin embargo, aquello viene de sangre. Trevor y Tristan no estaban ahí porque querían, sino porque era su deber.

Phoenix. © [DL #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora