| 23 |

10K 1.1K 752
                                    

| Dedicación: aleh-_-, cm_cst, amayra_2, chiquistrikiis, -hyunjincow |

Capítulo veintitrés: Carcajadas y una polla temporalmente inservible.

Dejarse querer también es de valientes.

[•••]

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

[•••]

—¿Estás segura? —Jax dio un paso dubitativo hacia mi. —Phoenix... Los Kavazcov no pensamos con la cabeza caliente.

Lo miré entre mis pestañas. Eso era cierto, no éramos conocidos por pensar en medio de nuestros sentimientos. Pero, ¿Qué mas esperaba que hiciera?

Siempre pensé que estaba hecha para todo terreno, pero los Riox llegaron para echarme en cara que estaba completamente equivocada.

―Pensé que estaba confundida, que no sabía que hacer. Pero en el fondo siempre lo supe, Jax. No estoy preparada para esto y siento que nunca lo estaré. ¿Qué cojones haré con un bebé? Los malditos griegos están detrás de nuestros culos otra vez. Y no solo estaría preocupándome por mi, también por este bebé. No es justo. Ni para él ni para mi.

Jax sonrió de lado, con un deje medio nostálgico en sus ojos verdes. ―¿Él, huh? ¿Esa extraña cosa que llaman intuición de madre te esta gritando que es un niño?

Apreté los ojos con fuerza. Y, de la nada, un estúpido pero puramente hermoso nombre apareció en mi mente como un destello de esperanza.

Aleik.

―Joder, Jax. ―Gemí, en medio de una pequeña rabieta calmada. Debía admitir que aquel abrazo del rubio me había transmitido una calma difícil de explicar.

―Te lo voy a preguntar por última vez, Phoenix. Recuerda que esto no tiene vuelta atrás. ¿Estás segura de que quieres realizarte un aborto?

Lo pensé. Lo pensé por los siguientes diez minutos en los que un silencio pesado y doloroso reinaba. Jax en ningún momento despegó los ojos de mi.

―Sí. Estoy completamente segura.

ALEPH RIOX.

Me levanté drogado con cojones, y me sorprendí porque me sentía liviano. ¿La puta razón? Que no me sentía la polla. No había algo que me pesase ni siquiera ligeramente entre mis cojoneras piernas. Estuve a punto de gritar, de recitar cada una de las jodidas groserías que me sabía. Pero entonces, la vi.

Phoenix. © [DL #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora