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| Dedicación: AbiiFernandez_123lizymoll10ale14122006Sam_010508Astrid_Morgan,  |

Capitulo treinta y ocho: Distracción.

Para ser una estrella debes de sufrir en llamas, y quemar todo a tu paso.

Abel se adentró a la habitación son soltura, recordándome a mi misma de una maquiavélica manera que esta era su casa, y yo solo era una invitada a la que no se le contaban las malditas cosas importantes

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Abel se adentró a la habitación son soltura, recordándome a mi misma de una maquiavélica manera que esta era su casa, y yo solo era una invitada a la que no se le contaban las malditas cosas importantes.

—Tú no decides por mi. —Intervine rápidamente.

Abel alzó una ceja en mi dirección, y luego soltó una corta risa carente de cualquier diversión.

En momentos en los que no era dulce o calculador, se me resultaba muy extraño observar a Abel. Aveces sabía lo que estaba a punto de hacer o decir, y otras pocas, no podía adivinar ni siquiera su siguiente respiración. Las mejillas del menor de los Riox estaban hundidas en un rojo encolerizado, y las venas saltaban desde sus nudillos hasta donde la camisa le cubría en los antebrazos.

—Cuando estas así, caótica, lo mejor es que yo decida por ti. —Respondió, mordaz.

¿Por qué demonios se enojaba? Si alguien debería estar enojada en ese lugar, esa era yo.

—No creo que tengas decisión en esta discusión, Abel. —Apuntó Trevor, estrechándome contra si con cierto deje de posesividad. Entonces, entendí.

Oh...

Ya veía. ¿Con qué eso era?

Aquí había una jodida pelea de posesiones.

Y yo era la maldita posesión.

Me deshice del agarre de Trevor con movimientos furiosos, sin una pizca de delicadeza mientras me alejaba de él, y tomé dirección hacia la cama, para así también estar lo suficientemente alejada de Abel. No quería ver a nadie. Todos me irritaban hasta un punto increíble en el que no sabia como respondería.

Estaba comportándome como lo que soy desde que nací, una maldita inestable.

¿Por qué tenían que mentirme? ¿Por qué tratarme como un objeto, como a un trofeo el que ganar?

En estos momentos, solo quería llorar. Ser únicamente yo, en mi mente, al menos por unos pocos segundos. Solo quería tranquilidad, paz por fin.

—No te metas en mis asuntos, Colt. Que te haya aguantado en la misión, no significa que ahora seamos los mejores amigos, ni que tengas que entrar como una puta mierda escurridiza a mi casa.

Phoenix. © [DL #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora