—Escuchame bien, Jane. Tú jamás, JAMÁS, podrás alejarte de mi. ERES MÍA, y estarás conmigo hasta que YO lo decida —espetó con fuerza en mi cara.
La nueva valentía en mí, me permitió soltar una risotada, completamente cargada de burla.
A él lo desencajó por completo mi carcajada. Sus músculos se tensaron. Y supe que lo siguiente sería un golpe, así que antes de que actuara hablé.
—Escúchame tú a mí —el tono serio con el que hablé, nos sorprendió a ambos. Me felicité internamente por ello—, no soy tuya. No te pertenezco. Y nunca lo hice. Sabes que me quedé tanto tiempo a tu lado, no porque fuera tuya. Y mucho menos porque te amara. Tarde me di cuenta que dejé de amarte desde la primera agresión, y no, no la física. La verbal, la psicológica. ¿Lo recuerdas? ¿Recuerdas todas las veces que me has maltratado? Porque yo sí. Y eso por completo mató cualquier sentimiento empático hacia ti, eso tenlo por seguro.
»Me quedé por miedo. Porque ni yo misma entendía bien que sucedía. Me sentía ajena a mi vida. Sentía que era una espectadora viendo una película difícil de entender. No reaccionaba. Llegué a culparme tantas veces. Repetía que era mi culpa. Que era mi culpa estar aquí ahora. Que era mi culpa, porque me aferre a ti, porque no te dejé ir cuándo eramos adolescentes, por esa obsesión que tenía contigo. Me culpe, por no darme cuenta que siempre me dejaste pistas de tu verdadero ser. Desde niños, con tus actitudes volubles, tu ira sin sentido, tu mal manejo de las emociones. Pero fui ingenua, tan ingenua. Siempre me pareciste complejo, y ¡joder! Eso me atrajo más. Estaba tan enamorada de aquella faceta tierna que mostrabas en ocasiones.
»Siempre actuaste mal, y yo fui tonta al no verlo, al dejarlo pasar. Al fingir que no lo hacías, al poner excusas. No debí hacerlo, no debí dejarte apoderarte de mi. De mi vida, de mi libertad. Me culpe tanto. Pero luego entendí, que tenías más culpa que yo. Por supuesto que yo tengo algo de ella también, pero la parte más grande, es tuya. Es tu culpa por esconderte tras esa piel de oveja, por mostrarme una parte de ti, que jamás existió. Por manipularme. Todo lo hiciste muy bien, todo resultaba bien para ti. Me alejaste de mi familia, no me permitiste tener amistades. Y me convenciste de que solo te tenía a ti. Y lo lograste, de esa manera no me iría.
»La mayor parte de la culpa es tuya, porque de adolescentes, me confundías, no te mostrabas claro con lo que querías y sentías, eso me mantuvo ahí, llena de esperanzas. Y luego, como pareja, me has manipulado a tu antojo.
»Controlabas mi vida, yo debía informarte hasta cuando respiraba. Y pobre de mí si hablaba con alguien sin tu permiso, porque eso era clara señal de que tenía un amante, y por supuesto que debías golpearme por eso, y claro está que era mi culpa, yo te provocaba. Y lo creí. Creí cada cosa que me dijiste, creí todo lo que querías que creyera para tenerme en tu poder.
»Llegué a un punto, en el que odiaba mi vida. Estudiaba una carrera que no era la que siempre quise. El "amor de mi vida" se había convertido en un monstruo. No tenía amigos, ni trabajo. No podía irme, no podía hacer nada. Y quise, no sabes cuánto quise, morir. Dejar de existir y así, dejar de sufrir. No tenía un motivo para existir, más que el de no hacerte molestar, para evitar las represalias.
»Y ¿sabes qué pasó? —pregunto sin esperar respuesta—. Estallé. Sí, estallé. Descargué mi interior en un torbellino de ira, lágrimas, y blasfemias. Pero luego, cuando el torbellino pasó, y llegó la calma, con ella, vino lo que considero mi despertar. Y se me ocurrió el mejor plan de mi vida. Y aquí estoy, llevándolo a cabo.
»El momento llegó, el ave al fin logró salir de la jaula. Pero, no volará lejos, sin antes hacerle lo mismo a su captor.
Sonreí, sonreí tan amplio. Y su rostro estaba cada vez más rojo de la ira.
—Muy inspiradora, toda tu palabrería —dijo, con sarcasmo— Pero, te recuerdo, que soy todo lo que tienes. Tú ni aunque quieras te alejaras de mí. Estás sola. Nadie te ayudará, y no creas que con cual sea el estúpido plan que tienes en mente, podrás escapar de mí. Porque eso sólo muriendo lo lograrías —esbozo una sonrisa maliciosa, llena de burla—. Y creo que ni así.
Entonces yo también sonreí con burla. Eso lo enfureció más, sé que mi actitud confiada lo tiene de los nervios, aunque asegure que mi plan es estúpido y fallará, sigue siendo desconocido para él, y si hay algo que lo altere es no tener control sobre una situación.
Vi venir, sin poder evitar, la bofetada que me propinó.
—¡A VER SI DE ESO TE RÍES, ESTÚPIDA! —gritó al borde de un colapso de ira y nerviosismo. Y yo reí, con la boca ensangrentada, reí.
En ese momento la puerta del apartamento se abrió con fuerza. Y un grupo de cinco policías entraron. Todos con sus armas apuntandolo.
Su rostro palideció por completo, y su expresión de ira se esfumó.
Los policías llegaron hasta él y aprovechando su sorpresa, lo esposaron.
Él reaccionó en ese momento y empezó a forcejear mientras lo escoltaban fuera del apartamento.
Me paré frente a él.
—Creo que los papeles se han cambiado, parece que el ave enjaulada, ahora serás tú —sonreí, con toda la malicia que había en mi ser.
Cuatro de los policías lo sacaron del apartamento. El quinto se quedó y se acercó a mi.
—Bueno, tu plan si funcionó, Jane —dijo sonriendo.
—Lo hizo —respondí, sonriendo también. Me dio una mirada preocupada, así que me adelanté —. Yo misma me curo el golpe. Estoy bien —le tranquilice—. Ahora más que nunca estoy bien.
Él asintió y salió del apartamento.
Y en cuanto estuve sola. Empecé a llorar.
Lloraba mientras sonreía, pero ésta vez, luego de tanto tiempo, eran lágrimas de felicidad.
Era libre, al fin lo era. Y no podía sentirme mejor.
Pude liberarme de mi primer amor.
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My First Love
Short StoryEl amor. ¿Qué es el amor? Hay tantos conceptos sobre el. Todo depende de a quién le preguntes. Algunos dirán que es algo efímero, otros dirán que es duradero. Unos comentaran que es apasionado y vivaz. Otros que es dulce y tranquilo. Todo depende...