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Todo empezó una tarde de verano, llegaste en un auto azul, seguido por un camión de mudanzas.

Nunca olvidaré ese momento, en el que yo me encontraba sentada en las escaleras de casa, observando a los nuevos vecinos llegar.

En cuanto te vi, un nudo se formó en mi estómago, y a mis doce años, experimenté por primera vez, lo que todos llaman "mariposas en el estómago".

No podía dejar de mirarte.

Aún siendo un niño, de probablemente mi edad. Me parecías absurdamente guapo, el chico más guapo que había visto.

Tal vez sentiste el peso de mi mirada, o sólo fue una casualidad. Pero volteaste, y esbozaste una sonrisa, que a mi parecer, era la más hermosa de la tierra.

Te devolví el gesto, y continué mirándote instalarte en tu nueva casa.

En ese momento, caí en cuenta, que indudablemente me sentía muy atraída por ti. Por ahora, físicamente.

Luego caí en cuenta de algo más, serías mi vecino. ¡Mi vecino!

Un montón de pensamientos invadieron mi mente.

El más importante: te vería todos los días.

Empecé entonces, desde ese día, a reparar un poco más en mi aspecto físico. No es que yo fuese fea, en realidad era bonita, lindos ojos verdes con motitas café, cabellera castaña clara con reflejos de color ámbar, y rasgos delicados.

Sin embargo, empecé a arreglarme más todos los días.

Incluso hice a mamá comprarme un brillo de labios.

My First LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora