Capítulo 5: Lazos cálidos

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Pasaron varios días. 

La nieve en las calles comenzaba a deshacerse. Cada vez era más notable como el invierno se marchaba y se preparaba la llegada de la ansiada primavera. 

Muchos estudiantes caminaban hacia la escuela entre el frio que hacía, sin embargo, yo no tenía frio.

Desde la ventana del segundo piso de mi casa miraba como todos seguían con sus vidas. Eran los mismos que había estado observando pasar día tras día frente a mi casa…

«Así que han pasado tres semanas ya», suspiré mirando la ventana.

Cerré las cortinas y bajé a la sala de estar en el primer piso.

«Cierto, tampoco he limpiado»

La sala estaba completamente desordenada y sucia. Había cajas de sopas instantáneas por todos lados y cobijas desdobladas tiradas por el suelo. 

Me devolví sin acomodar nada y paré frente la puerta de la habitación donde se encontraba el piano. Un sentir en el estómago me hizo querer entrar.

Abría la puerta. Un fuerte olor a polvo salió de la habitación. Encima de la tapa del piano y en el suelo había libros y partituras. 

Caminé adentro en la habitación y me senté en la banqueta frente al piano. Subí la tapa y las teclas quedaron al descubierto.

Mis manos se posicionaron sobre las teclas… 

Nada pasó. Mis manos no se movieron. El piano nunca produjo ningún sonido. Después de aquel día aquellas melodías llenas de sentimientos y recuerdos se detuvieron para mí.

Una lágrima bajó por mi rostro hasta mojar las teclas al caer.

«¿Qué?», me pregunté tocándome la cara.

Ya había llorado mucho. Pensé que ya lo había sacado todo, pero en realidad aún quedaba ese sentimiento de frustración dentro de mí. Después de la muerte de Kaori la música se había convertido en un tormento. Me hacía recordar momentos que no quería olvidar, pero que me producían un fuerte dolor dentro de mi ser.

Cerré la tapa del piano y recosté mi cabeza contra ella.

—¡Todo ha acabado para mí! ¡No tengo razón para seguir!

. . .

Durante este tiempo nunca salí de casa. Pasaba los días enteros acostado en la cama llorando, preguntándome ¿Por qué no pude proteger lo que más quería en el mundo? 

Mis días eran depresivos. Uno tras otros. Se habían vuelto una rutina. Para mí el tiempo se había estancado y parecía no moverse.

El viernes en la tarde escuché el timbre de mi casa sonar. Timbró por varios minutos. 

No le di gran importancia. No tenía fuerzas para hablar con nadie. Incluso había puesto mi celular en modo avión para que nadie me molestara. 

Seto-san Watari e incluso Nagi vinieron a mi casa durante estas tres semanas, pero no salí a recibir a ninguno. Lo que quería era estar solo.

El timbre siguió sonando.

«Por favor ya márchate», me decía tapándome los oídos en la cama.

Después de un rato el timbre dejó de sonar. 

Me quité las manos de los oídos. Me preguntaba quién podría haber sido el que estaba de persistente. ¿Tal vez algún mensaje importante?

Me fijé por la ventana, pero no veía a nadie. Eso era raro. Aunque parecía que la persona se había marchado no veía a nadie caminando.

Shigatsu wa Kimi no Uso Nyuansu [Final Alternativo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora