Capítulo 9

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Entre risas y miradas, les dieron las 12 AM. Ya era sábado pero a ellos no les importaba. El tiempo parecía inexistente cuando estaban juntos, y adoraban el sentir que los momentos eran más lentos mientras estaban el uno con el otro. Simplemente amaban tener la compañía del otro.

—¿Qué hora es? —preguntó Damian mientras la observaba. No quería irse pero no quería que los padres de Kayla se preocuparan.

—12:04 AM, no es relevante —contestó ella mientras observaba el piano y tocaba algunas notas.

—Tus padres... —

—No te preocupes por ellos, te dije que les avisé que llegaría tarde a casa, y hace unos minutos les mandé un mensaje para informarles que estaba bien. ¿Eso te relaja? —.

—Sí, y mucho —contestó y se rio.

—¿Crees que la fiesta siga en pie? —.

—Lo más probable es que sí. Aunque para este momento, la mayoría ya han de estar borrachos. ¿Quieres ir? —preguntó ella.

—Prefiero estar aquí contigo —respondió él con un leve sonrojo que se difuminaba con su pelaje. Pero Kayla, ella era otro caso diferente. Lo volteó a ver y se puso roja. Damian le estaba haciendo imposible el no enamorarse.

Se quedaron viendo. Querían acercarse, rozar sus labios, querían apostarlo todo. Nadie los vería porque, ¿quién estaba en la academia de madrugada siendo un fin de semana? Nadie excepto ellos. Pero no lo hicieron. Sólo desviaron miradas y continuaron platicando. Querían hacerlo pero tenían miedo de lo que vendría después del contacto.

De repente, Kayla recibió una llamada. A altas horas de la noche le parecía extraño que le llamaran, pero al ver que era Zill contestó.

—Kayyyyla —se escucharon las palabras tambaleantes de Zill del otro lado del teléfono. La canguro rodó los ojos.

—¿Qué pasa, Zill? ¿Está todo bien? —preguntó ella. Quería acabar la llamada lo más rápido posible.

—Sí, mira, si te quieres juntar con Damian, lo entiendo, es un pobre diablo y me alegra que seas su amiga, el idio- —Kayla no terminó de escuchar. Pensaba que Zill estaba siendo razonable pero sólo pudo notar que estaba siendo un idiota otra vez.

—Así que... Zill, ¿cómo va todo con él? —preguntó Damian con disgusto. Odiaba hablar de él, y ahora más considerando que lo humilló delante de toda la escuela.

—Pues... bien, ¿sabes? Aunque estuve pensando sobre nuestra relación —contestó ella. Estaba nerviosa. No le había dicho nada a nadie con anterioridad sobre su relación con Zill.

—¿Ah, si? ¿Y en qué pensaste? —preguntó él.

—Damian, Zill es un gran chico y una gran persona, pero, ¿es en verdad la persona que quiero para toda mi vida? Hemos estado juntos desde jóvenes, y jamás he estado con alguien más. Jamás me he puesto a pensar en esto, porque no sé que hacer —.

Damian la miró. Ella sostenía una cara preocupada y sus manos estaban en su cabeza. Diablo, si hubiera sabido que tocar ese tema le afectaba, no habría dicho nada y no habría problema alguno.

—Pero creo que es tiempo de dejar todo con Zill. Me refiero... he empezado a sentir otras cosas por otro chico —.

El demonio se soprendió. ¿Kayla? ¿Enamorándose de otra persona que no fuera Zill? Eso le parecía sorprendente. Aunque odiara admitirlo, siempre que veía a Kayla y a Zill, los catalogaba como la pareja perfecta, pues eran amorosos y se veían bien juntos. Y esto lo llenaba de rabia.

—¿Ah, si? ¿Quién? ¿Lo conozco? —.

—Creo que sí —contestó ella y volteó a mirarlo. Sus ojos abiertos, sorprendidos, extravagantes. Quería mirarlos por siempre. No sabía lo que estaba haciendo, sólo se quería dejar llevar por el momento, y pasara lo que pasara, vería una solución después.

—¿Quién es? ¿Es Jack? Por favor, dime que no es Jack —volvió a preguntar él. Kayla rio. La sorpresa en el chacal era algo que le encantaba. Simplemente verlo y estar con él le encantaba.

—Damian —.

—¿Si? —.

—Prométeme algo. —dijo ella mientras dirigía su mano a la mejilla del Anticristo. Él comenzó a temblar. Estaba haciéndose mil suposiciones, distintos escenarios, su mente dando miles de vueltas— Prométeme que pase lo que pase, tomaremos esto a nuestra manera. Sin nadie más, nada más. Sólo nosotros dos

Sus corazones palpitaban. Sus respiraciones se aceleraban. El calor aumentaba. No sabían que estaba pasando, pero les gustaba.

—Te lo prometo —.

Y sucedió. Sus labios. Chocando. Miles de sensaciones. Sentían como explotaban. Sentían todo. Y lo intentaban comprender. Ellos estaban destinados a esto. Y pensaban que todo lo que había ocurrido, tenía como conclusión este resultado.

Se separaron. Los dos estaban derramando lágrimas. Pero no eran de tristeza, mucho menos de lástima, sino de felicidad. Felicidad porque se habían encontrado. Porque habían convivido. Porque notaron que ellos estaban destinados a estar juntos. Si hubieran tenido que describir la perfección en ese momento, sin pensarlo hubieran dicho el nombre del otro.

Conectaron miradas, y rieron. Estar juntos era todo lo que necesitaban. Damian se sentía mejor con todo, estar con Kayla lo hacía algo más, Había olvidado a sus padres, las burlas, el odio de la gente, y todo fue por esa canguro de pelaje dorado.

Kayla ya no pensaba en Zill. Eran Damian y ella. Nada más. Sabía que él era la persona. Que él era todo lo que había buscado. El demonio la hacía feliz, más de lo que Zill y sus amigos la habían hecho en cualquier momento.

—¿Mantendremos esto en secreto? — preguntó él.

—Démosle un tiempo y veamos que pasa — contestó ella.

—¿Entonces puedo volver a besarte? —preguntó, y ella asintió. Volvieron a juntar labios.

Era su momento y nadie ni nada lo podía arruinar.

Damian (Zoophobia)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora