Capítulo 18

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El receso pasó muy rápido para los 5 en el restaurante. Platicaron, bromearon y se acercaron hasta el punto en el que Damian ya parecía parte del grupo, pues se relacionaba bien con Spam, Jack, y hasta Vanexa la cual no hablaba mucho. Después de comer, volvieron a la academia entre risas y chistes, hasta que se tuvieron que separar.

A Damian le volvía a tocar la clase solo y, como siempre, sus compañeros de clase se separaban y mantenían distancia de él por miedo y odio, pero ya no quería tomarle tanta importancia, sabría que entristecerse por eso era estúpido, pero no podía evitarlo, le gustaría que por lo menos le dirigieran la palabra por lo menos algunas veces. Y así fue toda su jornada escolar. Hasta la clase final.

De repente, escuchó unas risas en el salón. El maestro Fabian había salido por unos minutos debido a una emergencia, por lo tanto en el salón sólo estaban los alumnos. Cuando dirigió su mirada al grupo de donde había salido aquel sonido, notó que estaban viendo y que unos cuantos de ahí tenían su mirada hacia él.

Decidió no darle importancia y sólo esperar a la salida, pero aún seguía recibiendo miradas graciosas y risas por doquier, entonces decidió checar su teléfono. Y lo que vio lo dejó congelado y con lágrimas a punto de caer.

Era el video del día de la fiesta. Publicado en varias partes de las redes sociales. Pensaba que eso ya había quedado atrás, que eso ya no era importante y que sólo fue una estupidez por parte de sus compañeros, pero no lo era, porque ahora ese video se estaba reproduciendo por toda la escuela y quien sabe dónde más. Entonces sonó el timbre. Saldría, ¿y luego que pasaría? Ya habrían bastantes alumnos fuera que habrán visto el video así que decidió invocar un portal dentro de salón e ir a su casa.

Estaba estresado y ahora ya no retenía las lágrimas. ¿Por qué debía ser así todo? Él sólo no quería ser visto como una criatura del mal, quería que lo vieran como alguien bueno y que siempre está dispuesto a apoyar, no importa qué. Pero no. Sólo era juzgado, burlado y despreciado por lo que había fuera, pero nadie se molestaba en conocer dentro de él. Estaba harto de todo. No estaba pensando con claridad.

Tomo la navaja e hizo el primer corte cerca de su muñeca, y empezó a sentirse más libre. El líquido negro recorriendo ese pequeño tramo de su brazo a sus dedos. Hizo el 2do corte y con este llegaron unas pastillas. Sólo quería detenerlo todo. Quería detenerse. Quería dormir para siempre y no molestar a nadie.

Tomó una, dos, tres, cinco, siete pastillas. Y siguió haciendo cortes mientras sus ojos se hundían en lágrimas. Estaba mal. Todo. Y entonces se cansó y cayó a su cama. Pensó en cómo tenía una cita con una psicóloga justo hoy, pero luego este pensamiento desapareció, y sólo alcanzó a decir una última cosa antes de caer rendido, sin saber si moriría o no.

—Lo siento tanto —.

Kayla aún no sabía del video publicado y tampoco que Damian se había ido de repente. Cuando tocaron el timbre, salió del salón y vio a varias personas riéndose, algunas solas y otras en pequeños grupos.

—Kayla, ¿ya viste esto? —le preguntó Jack. Ella negó la cabeza con una mirada confundida hasta que el chacal le pasó el teléfono y pudo ver porqué todo el mundo se reía. Todo se congeló para ella. Y sólo podía pensar en un nombre.

—Damian —dijo y salió corriendo. Sólo quería que nada de lo que había ocurrido hace unos días volviera a pasar. Pero antes de poder decir el conjuro para invocar el portal, se encontró con el chimera.

—¿Ya viste el video de tu noviecito en todas partes? Es tan gracioso ahí verlo en el suelo, patético y esperando un milagro —dijo Zill con un tono burlón. Kayla se volteó hacia él y lo golpeó.

—Vuelves a meterte con Damian una vez más, ¡y yo misma me aseguraré de que estés tres metros bajo tierra maldito imbécil!

—¡No puede estar tan mal, Kayla! ¡Deja de preocuparte tanto por él! —.

La canguro se giró y lo golpeó de nuevo.

—¡Tú no sabes... —dijo, y las lágrimas se hicieron presentes también— ¡Tú no sabes por lo que él ha pasado Zill, así que cierra tu estúpida boca!

Kayla, al terminar de decir esto, recitó el conjuro y el portal se abrió, mostrando el hogar de Damian como la última vez. Ella pasó a través del aro de fuego y este se cerró detrás de la pelidorada. Kayla corrió hacia la entrada, y volvió a marcar por el video portero. Recuerdos amargos inundaban su mente y un miedo terrible se propagaba por todo su cuerpo. Sentía que en cualquier momento se desmayaría.

—¡Tenta, soy Kayla, déjame entrar! —gritó Kayla. La respuesta fue inmediata, pero la persona que habló no fue Tenta, sino Styx

—Oh, señorita Kayla... pase, por favor —.

Las grandes rejas se abrieron y Kayla entró corriendo dirigiéndose directamente al cuarto del demonio. No le importaba nada ni nadie. Cuando llegó, pudo notar que la puerta estaba entreabierta, y la empujó. La misma escena pero con una diferencia: Damian ya no estaba.

—Señorita Kayla, es mi deber informarle que... el joven Damian está en el hospital. Está grave. Perdió sangre y tuvieron que llevarlo de urgencia.

El mundo de Kayla se vino abajo. Pérdida de sangre. Grave. Urgencia. Esas palabras daban miles de vueltas en la mente de la chica. Damian estaba en peligro y ella no estuvo allí, otra vez. Otra vez le volvió a fallar, otra vez él se sintió deprimido y ella no estuvo para darle su apoyo.

—Pediré un taxi para que la lleve rápido, ahora vuelvo señorita Kayla —mencionó Styx y se retiró para poder marcarle a un taxi.

Kayla estaba destruida. ¿Y si Damian moría? ¿Qué sería de ella? ¡No! Damian no iba a morir. Él se iba a recuperar. Él iba a estar bien.

Kayla subió al taxi con la mirada perdida y el rímel escurriéndose poco a poco. Después de unos minutos reaccionó y bajó de este pues ya habían llegado al hospital. Entró, y pudo diferenciar fácilmente la cabellera rosada de la cuidadora del joven demonio.

—¡Tenta, Tenta! —gritó la canguro. Estaba esperando lo mejor, pero los lamentos y llantos de la mujer mayor no parecían buenas noticias.

—Es- está en Urgen- Urgencias —contestó ella a los anteriores gritos de la canguro— Otra sobredosis... y cortadas. ¡No estuve ahí Kayla, pude haberlo detenido pero sólo llegué a verlo tirado en su cama sin respuesta, no pude hacer nada!

Las lágrimas se hicieron más, y Kayla abrazó a Tenta, y lloró en su hombro. Pensaba en él, en su sonrisa, en que pasaría si la perdía, y en esperar lo mejor, porque sólo quedaba eso.

Sólo eso.

Damian (Zoophobia)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora