Capítulo 10

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Los dos estuvieron hasta las 2:30 AM, besándose, hablando de ellos, entre otras cosas. Luego el padre de Kayla la llamó y le pidió que ya volviera a casa, por lo tanto tuvo que regresar. En el camino siguieron platicando, mientras la noche se hacía presente y las luces en la calle iluminaban su camino. El aire aún daba su pelaje.

—¿Tienes frío? —preguntó él. Kayla sólo asintió, y como reacción a esto, tomó su mano. Kayla lo miró y se sonrojó, luego sonrió.

Después de unos minutos, llegaron al pórtico de la casa de Kayla. Los dos se miraron, no dijeron nada, hasta que la canguro tocó la puerta.

—Ya voy —se escuchó la voz de un hombre detrás de esta. Abrió y se podía observar a un canguro un poco más alto que Kayla, con lentes y un tono más oscuro en su pelaje. El adulto abrazó a la chica y luego se separó para continuar hablando—Kayla, que bueno que estés bien, me alegro que no haya pasado nada.

—Te dije que estaría con un amigo, no tenías nada de que preocuparte, papá. Damian, mi padre. Papá, él es Damian —los introdujo. El demonio tomó la mano del padre de Kayla y la meneó suavemente. Debía mostrar respeto y eso era algo que sus padres le habían enseñado desde muy pequeño antes de que dejara de verlos.

—Es un gusto, señor Christling —saludó Damian.

—Oh chico el gusto es mío, pero no te preocupes, no hay que ser tan formal, puedes llamare John, gracias por traer a mi pequeña a salvo —.

—No fue ningún problema señor, haría todo lo que estuviera en mis manos para mantener a Kayla a salvo —dijo Damian y luego la miró. Y era cierto, él pondría todas sus cartas en juego para que Kayla estuviera segura.

Ella lo miró y se sonrojó. Afortunadamente, el padre de Kayla no lo notó. Estaba locamente enamorada y no tenía remedio, más si Damian era dulce con ella. Cada que decía algo así, sabía que lo decía enserio, y esto hacía explotar su corazón y apagar todos sus sentidos. Sin previo aviso, comenzó a llover.

—¡Rayos! Chico, disculpa, ¿pero hay alguien para llevarte a tu casa? —preguntó el señor Christling. Damian se puso nervioso, al igual que Kayla. Podría irse en un portal, pero sus poderes no funcionaban bien bajo la lluvia. Diablos, ser un demonio tenía sus ventajas, pero también había problemas con eso.

—Ehm... por ahora no señor, pero no se preocupe, agarraré un taxi o algo, no es tan temprano pero no pasa nada —tartamudeó el chacal. De todas maneras, sus padres no sabían que había salido, podía llegar tarde.

—No chico, ven, entra, estarás un rato aquí hasta que baje la lluvia, luego podrás irte, ¿está bien? —.

Damian no pensaba en aceptar hasta que sintió el tacto de Kayla en sus manos. La miró y vio esos ojos que lo volvían loco. La canguro meneó suavemente la cabeza en señal de aprobación, así que el demonio aceptó. Estaba temblando. Estar con el padre de la chica que le gustaba lo ponía demasiado nervioso. ¿Qué tal si hacía algo mal? ¿Si decía algo malo, le prohibirían ver a Kayla otra vez? Todas esas preguntas volvían a golpearlo. Pero desaparecieron en el momento en el que la peli dorada lo guió hacia el sillón y recostó su cabeza en su hombro.

—¿Quieren algo de tomar? —preguntó el señor.

—Dos cafés, papá, por favor —.

—Claro pequeña, ahorita los llevo —.

Mientras el padre de Kayla estaba en la cocina, la joven canguro y el chacal seguían hablando. Kayla intentaba tranquilizar a Damian mientras este decía que era mejor irse, que ya era tarde.

—Tengan, aquí está su café, y díganme, ¿cómo estuvo su noche? —.

—Pues... —comenzó a decir Kayl, pero se detuvo. Damian y ella se voltearon a ver al mismo tiempo. Ella sonrió— fue muy interesante.

Damian (Zoophobia)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora