Capítulo 24

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—Bueno, Dami, ya es un poco tarde, y también es Lunes así que los chicos y yo nos debemos ir, ya sabes, mañana hay escuela —mencionó Kayla y besó la mejilla del demonio. No le agradaba la idea de irse, pero sabía que debía.

—Por cierto Damian, ¿cuándo saldrás? —preguntó Jack. El Anticristo se sorprendió, era cierto, ¿cuándo volvería?

—Pues supongo que mañana, o tal vez salga hoy, depende lo que diga el doctor, pero en verdad ya tengo ganas de salir de aquí. Quiero estar con ustedes chicos —respondió, y todos comenzaron a reír.

Kayla invocó el portal y todos cruzaron excepto ella, la cual se dirigió a darle un beso en los labios a Damian y le dedicó una sonrisa amorosa que mostraba que todo estaría bien.

—Te llamaré mas tarde, Dam —dijo ella.

—No te preocupes, estaré esperando —respondió él.

—Y no te olvides que- —comenzó a decir antes de ser interrumpida.

—Lo sé, yo también —contestó y luego le sonrió a la canguro. Ella le devolvió la sonrisa y besó su frente, para luego cruzar el portal y que este se cerrara.

—Tenta, no puedo esperar para volver a la academia —mencionó él. Era cierto que varia gente lo miraría con burla, o se reirían de él y le harían alguna que otra broma, pero ahora tenía a su lado a los chicos, y eso mejoraba todo allí arriba, y también estaba Kayla. Aquella canguro que lo hacía mejor persona.

Tenta escuchó esto, y su cuerpo se estremeció por el nerviosismo, y todo se debía por la mala noticia que le tenía al joven demonio: el rey y la reina habían decidido que desde ahora el chacal sólo estaría en el Infierno, sin permisos de subir a ningún lado ni ver a nadie, tampoco asistir a la academia. Quería decirle lo que sus padres habían dicho, pero sabía que no podía porque él se derrumbaría en el momento en el que ella hablara, y ella no podría aguantar verlo sufrir. Ni ahora ni nunca.

—Sí... —respondió ella, ocultando su inquietud. Se acercó al demonio— Por cierto, saldrás hoy, no hace falta chequeo rápido ya que el doctor dijo que todo estaba bien contigo, así que no te preocupes. Pronto estarás de vuelta en casa, pequeño.

Damian la miró y esbozó una sonrisa, que rápidamente le fue devuelta por Tenta. Después de unas horas, y el firmado de algunos documentos, el demonio ya estaba en las puertas de su hogar. Estaba nervioso de ver a sus padres, pues no sabía que dirían, pero tendría que quedarse a descubrirlo quisiera o no, así que entró y se dirigió a donde su padres pues ellos estaban en su cuarto.

Cuando llegó, tomó la perilla, pero no hizo ningún movimiento. Tenía miedo de lo que le esperaba dentro. Sus padres, ¿cómo reaccionarían? Ya tenía conocimiento de que ellos sabían lo que había pasado, y eso lo asustaba, pero tenía que verlos, así que tocó la puerta y esperó. Esperó lo mejor. Estaba más que nervioso, como aquella vez en la que sus padres supieron sobre aquel... intento.

—Adelante —se pudo escuchar una apagada voz femenina desde dentro de la habitación. Damian giró la perilla y entró y sus padres lo vieron, y antes de que él pudiera decir algo, ya estaba siendo abrazado por su madre y su padre. Los 3 comenzaron a derramar lágrimas.

—Perdón... perdón, perdón, perdón —y ahí estaba otra vez. El arrepentimiento, los perdones, la decepción, la tristeza de no saber qué hacer con todo lo que pasaba a su alrededor. Damian sólo podía disculparse ante todos, y darles una explicación. Cuando todo se estaba arreglando, cuando todo parecía mejorar él tuvo que arruinar todo con uno de sus tantos errores. Pero como siempre, él sólo quería nublar su cabeza y desaparecer todos esos pensamientos que siempre lo lastimaban.

—Nos asustaste pequeño —mencionó entre lágrimas el rey. Su hijo, cuando pensó que todo iba de maravilla, intentó volver a suicidarse. Pudo haber muerto y él no estaba ahí. Nadie estuvo ahí más que Tenta. Si tan sólo él hubiera... Lucifer sabía que no tenía caso pensar en el hubiera, porque este no existía— Perdón por no haber estado ahí. En verdad perdónanos, no pensamos que-

—No... ustedes están mejorando, no se disculpen, es mi culpa, perdón —le interrumpió el joven chacal a su padre. La familia seguía abrazada mientras compartían lágrimas. Lágrimas que expresaban cada sentimiento dentro de cada uno. Que ayudaban a soltar todo sentimiento negativo.

—Damian... mejoraremos juntos, no te dejaremos solo nunca más... nunca más —dijo Narissa. El pequeño demonio sonrió. Ahora estaba seguro, no como antes, que no caería, porque había más personas en las cuales apoyarse.

El más joven miró su madre. Su cara llena de lágrimas, igual que la de ella. La reina posó su mano en la mejilla de su hijo, y limpió un poco de sus lágrimas. La reina le devolvió la sonrisa.

—Los amo —el chacal estaba dejando de llorar lentamente, y seguía sonriendo. Una sonrisa que no demostraba nada más que paz, amor... felicidad pura. Pero el demonio no sabía lo que venía— Gracias mami, gracias papá.

—Tranquilo hijo, todo estará mejor —mencionó ella, y ahora todos sonreían, aunque sus padres estuvieran entre lágrimas, no quitaba la alegría que sentían— Todo estará mejor.

Quedaron en silencio, abrazados, sin hacer nada. No necesitaban moverse ni hablar, el abrazo les daba calor y les brindaba una atmósfera confortable, y Damian se sentía protegido. Ahora el se repetía que no estaba solo, como un recordatorio importante, y así parecía. Se lo tenía que recordar a si mismo.

—Saben... no comí nada en el hospital, ¿qué tal si vamos a la cocina y preparamos algo? En forma de bienvenida —dijo él, intentando alegrar un poco más a sus padres, lo cual funcionó pues los dos dieron una pequeña risa.

—Me parece perfecto —respondió Lucifer dejando su actitud seria a un lado. Los 3 bajaron a la cocina, y mientras platicaban y bromeaban, aligerando todo el ambiente. Cuando llegaron, prepararon algo de comer. Era un momento familiar que Damian en verdad necesitaba, porque ahora sentía conectar.

Cuando se sentaron, Lucifer tomó la palabra.

—Damian, tenemos que hablar de algo importante —dijo, y el mencionado alzó su cabeza, mirando a sus padres— Sabemos que es repentino, pero quiero que nos entiendas. Tú madre y yo decidimos que... no volverás a la superficie, por tu bien.

El rostro de Damian decayó en segundos. Y ahora los pensamientos volvían. Ahora volvía a caer en ese hoyo.

Y no sabía si esta vez habría salida.

Damian (Zoophobia)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora