El joven demonio estaba sudando. Los nervios estaban presentes por todo su cuerpo. No sabía que iba a pasar, qué iban a decir o qué harían en el momento que entraran. ¿Qué tal si ya no lo dejaban ir a la superficie? Ya no podría ver a Kayla. ¡Diablos no, eso no iba a pasar! Ya todo estaba yendo de maravilla entre ellos dos y no podrían negarle el verla de repente. No lo aceptaría, ni de una forma ni de otra.
Giró la perilla y pudo observar la cara de sus padres. Preocupación en todo su esplendor. El corazón de Damian dio un vuelco. No sabía lo que venía pero creía estar preparado para todo.
—¿Podemos pasar? —preguntó el demonio mayor. La mujer a lado de este sólo sostenía un semblante triste. El chacal sintió como una ráfaga de electricidad se extendía por todo su cuerpo. Estaba atento, preparándose para lo que fuera a ocurrir.
—Sí, claro —respondió Damian. Se retiró de la puerta y fue a sentarse en su cama. Sus padres pasaron y detrás de ellos, se cerró la puerta con seguro. La respiración del joven iba en aumento. Sentía que iba a llorar pero se seguía manteniendo fuerte.
La familia ya completa se mantuvo en silencio durante unos minutos. Ninguno sabía qué hacer, qué decir o cómo actuar. Cualquier confusión podía dañar a cualquiera de los tres en el cuarto. Hasta que se escuchó una pregunta resonar en todo el cuarto.
—¿Por qué..? —preguntó la reina. Damian sabía a que se refería. Él conocía el porqué de todo pero no quería decirlo. O no podía decirlo— ¿Por qué, Damian?
El joven sólo agachó la cabeza. Su garganta se hacía un nudo y las palabras no salían, se sentía pequeño, el mundo se detenía poco a poco y sus párpados se hacían pesados.
—No sé... —respondió él. La reina lo miró y luego miró a su esposo. Él mantenía una cara seria, pues al igual que su hijo, no sabía qué decir. ¡Por todos los círculos del Infierno, Damian era su hijo, mataría y moriría por él, para que él estuviera bien! Y ahora que él estuvo cerca de la muerte, ni siquiera estuvo ahí.
—¿Así que no sabes porqué? —preguntó el rey. Tenía que llegar al fondo de todo— Damian, si no contestas, te lo advierto, no volverás a la superficie.
Eso se sintió como un balde de agua helada para Damian. Tenía que hablar, pero no sabía qué decir. Quería gritarlo todo, pero no quería dañar a nadie ni a nada. Pero luego recordó a Kayla. Su sonrisa. Su risa. Sus mejillas. Sus labios. Todo de ella. Y no iba a dejar todo eso por miedo a no hablar.
—No puedes no permitirme ir a la superficie —es lo único que alcanzó a decir. Alzó la mirada. Estaba dispuesto a todo. No iba a dejar a Kayla y a sus amigos así. Él se había prometido mejorar, y si hablar con sus padres y decirles todo lo que sentía era parte del proceso, lo haría sin importar nada.
—¡Claro que puedo, soy tu padre y harás todo lo que yo diga! —gritó Lucifer. El ambiente comenzaba a tensarse. La situación se estaba acalorando poco a poco. La reina sólo podía observar a su esposo y a Damian. Se sentía encerrada y sus pensamientos comenzaban a abundar en su mente, se sentía mareada. Lucifer estaba iracundo pero se dio cuenta que no tenía derecho a enojarse, sólo que notó esto tarde.
—¡Ah, ahora eres mi padre! ¿¡Fuiste mi padre el día de la obra en secundaria!? ¿¡Fuiste mi padre el primer día de preparatoria!? ¿¡Fuiste mi padre en mi cumpleaños 16!? ¿¡Fuiste mi padre ese día que tenía una venda en la muñeca porque me corté!? ¡No, no lo fuiste, en ninguna maldita ocasión estuviste ahí, así que no me vengas con esa mierda ahora! —gritó el demonio más pequeño. Estaba sacándolo todo, y sentía las lágrimas correr. No sabía que estaba sintiendo, todo era una mezcla. Decepción, felicidad, ira, todo era distinto. Lucifer colocó una expresión de sorpresa. Nunca en los 16 años de su hijo, él le había alzado lavoz
—Damian... —alcanzó a mencionar su madre, Narissa, pero luego vio la cara de su hijo. Estaba llena de lágrimas. Gotas negras cayendo de sus ojos mientras su respiración era rápida.
—Tampoco hablemos de ti, mamá, porque fuiste igual que papá. Jamás. Jamás estuvieron aquí. ¿¡Dónde estaban cuando más los necesitaba!? ¡Cuando mi mundo se estaba viniendo abajo, ¿dónde demonios estaban!? ¡Cuando necesitaba algo para sostenerme, al menos un maldito abrazo! ¿¡Dónde estaban!?– gritaba Damian. No le gustaba tratar así a sus padres, pero ahora su mente estaba tan nublada que no sabía ni cómo estaba reaccionando. Estaba parado, mientras sus padres estaban aún sentados en su cama.
—Damian, estábamos trabajando y lo- —comenzó a decir Lucifer, pero fue interrumpido por su hijo.
—¡Trabajando, siempre, trabajo, trabajo y más trabajo! ¡Y de verdad, lo entiendo, pero también tienen un hijo que no pueden ignorar u olvidar cada vez que quieran! ¡Estaba solo, asustado, no sabía qué hacer! —.
—Pero Tenta- —ahora habló Narissa, pero de igual forma que su esposo, fue interrumpida por el chacal.
—¡Tenta es mi cuidadora, no mi madre! ¡La amo de verdad, es casi parte de mi familia, pero no es mi madre, aunque me haya tratado como una, jamás la pude ver como una madre, ni a Styx como un padre! —gritó. Las lágrimas no dejaban de correr. Damian quería escapar. Ya estaba harto de todo, pero sabía que si escapaba, tendría que volver en algún momento y terminar esta plática, o podrían prohibirle volver a la academia y a todos esos lugares que adoraba. Y no iba a tirar todo eso por la ventana.
Volvieron a quedar en silencio. Sólo se escuchaban los pesados respiros de Damian, y el tic tac del reloj. Después de unos minutos, la reina por fin habló.
—Damian, perdónanos... —se disculpó Narissa. Antes de que Damian pudiera decir algo, la reina continuó— No... no sabíamos cómo te sentías, fuimos unos insensibles, perdónanos por no haber estado para ti en todos esos momentos, en verdad, sabemos que no puedes perdonarnos así de fácil y que llevará tiempo, pero quiero que sepas que te amamos, Dami, bastante, y no queremos perderte.
Damian sólo la miró. La reina siguió hablando.
—Cuando Tenta nos dijo que estuviste en el hospital por un intento de suicidio, sentí que mi corazón se detenía. Eres mi hijo y todo lo que te pasa, siento que también me pasa. Pero ahora todo será diferente, porque estaré aquí, y tu padre también. Estaremos para ti, no importa qué —dijo ella. Se levantó, tomó las manos de su hijo y lo miró. —Te lo prometo.
—Damian, también lo siento, de verdad que no sabía por lo que pasabas, sé que no he sido el mejor padre ni una figura para ti, pero te prometo que ahora todo cambiará. En verdad te lo prometo.
Damian comenzó a derramar más lágrimas. Sintió el suave apretón de su madre, al que luego se unió su padre. Ahora estaban allí. Los 3. Juntos.
Y ahora todo iba a mejorar. Y Damian estaba seguro de eso.
ESTÁS LEYENDO
Damian (Zoophobia)
FanfictionDamian está en situaciones complicadas, y Kayla lo nota. Cuando el mundo de Kayla choca con el de Damian, ambos aprenden el uno del otro. ¿Qué podría pasar?