Capítulo 1

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Suppasit.

—¿Quieres un trago, cariño? —Joss le pregunta a su mujer mientras deja caer su mano sobre su barriga de embarazada.

—. ¿Estás bien?— Le habla en voz baja, pensando que no podemos oírlo. Yaya le abre los ojos a mi mejor amigo.

—Estoy bien, Joss. Puedes dejar de preocuparte.

Tul y yo intercambiamos miradas poniendo los ojos en blanco. ¿Dios, qué ha hecho con mi mejor amigo y quién es este impostor que está en su lugar?

—Tomaré una limonada, por favor. —Yaya sonríe.

—No la dejen sola ni por un minuto. —Joss nos señala a Tul y a mí antes de alejarse. Pongo los ojos en blanco.

—Sí, sí. Dios, Yaya, debes estar harta de él. Es como un jodido sarpullido. 

Ella se ríe. —Está muy preocupado.

Sonrío a la maravillosa mujer frente a mí. Ella ha transformado el mundo de Joss Way-Ar, y la adoro por eso.

Joss reaparece entre la multitud con las bebidas, miro hacia abajo y veo a un chico con un traje blanco. Nunca lo he visto antes.

—¿Quién es ese? —preguntó mientras estudio el espécimen perfecto.

—Ese es el Duque Kanawut —responde Joss.

—¿Duque? —Levantó las cejas—. ¿Tiene un título?

—Su padre es el conde de Nottingham.

—¿De verdad? —respondo fascinado.

—Ni te molestes en ir tras él, ese chico está verdaderamente fuera de tu liga, muchacho. —Joss toma un sorbo de cerveza—. Su sangre es demasiado azul, incluso para ti.

Miro a la hermosa criatura hablando y riendo con su amigo.

—Nos vamos después que terminemos estos tragos—le dice Joss a su esposa.

—Está bien. —Sonríe ella.

Miro hacia mis amigos, molesto.

—¿Por qué quieres irte? Quédate aquí con nosotros.

—Porque la perspectiva de llevar a mi hermosa esposa a casa y hacerle cosas indescriptibles es mucho más atractiva que quedarme aquí con ustedes.

Le sonrío a Joss.

—Maldito afortunado.— Mis ojos vuelven a fijarse en el Duque Kanawut

— Me encantan los desafíos. Tal vez Duque Kanawut se muera estar en mi cama esta noche —contestó.

Joss pone los ojos en blanco.

—O simplemente se muera por alejarse de ti —murmura Tul. Miro a mi otro amigo.

—Te apuesto doscientas libras a que tengo una cita con él a esta hora la semana que viene. —Doble. Cuatrocientas —espeta Joss

—. No tienes ninguna oportunidad.

—De acuerdo. —Sonrío. Mis manos caen sobre la panza de Yaya y la beso suavemente en la mejilla

—. Adiós, querida. Disfruta de la noche.

Me vuelvo y me dirijo hacia el chico de blanco.

—¡Suppasit! —Escucho a una mujer llamar detrás de mí. Me giro y veo a una morena con un ajustado vestido negro. Claro, es muy atractiva, pero no me interesa.

Sr. SuppasitDonde viven las historias. Descúbrelo ahora