Final.

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Kanawut.

—¿Estás listo para hacer esto? —le pregunto.

Suppasit se encoge de hombros y tomo su mano en la mía. Acabamos de aterrizar en el aeropuerto de Heathrow y estamos a punto de salir a la sala de llegadas. Ya sé que los paparazzi nos esperan. Seguridad ha llamado a los chicos para avisarles, así que tomo el anillo de mi madre de mi mano derecha y lo deslizo en mi dedo anular izquierdo.

—¿Qué estás haciendo? —Él frunce el ceño.

—Darles algo de qué hablar. Si creen que ya estamos casados, no se darán cuenta de cuándo nos comprometamos. Y, además, de ahora en adelante planeo darles la mayor cantidad de material falso para que lo publiquen. Quiero que el mundo sepa que no pueden confiar en lo que leen en esta basura.

Él pone los ojos en blanco.

—No nos vamos a comprometer, Kanawut. Ese barco navegó bien lejos cuando arrojé un cuarto de millón de libras por un puto acantilado.

Le sonrío.

Kaownah, Wyatt y yo recorrimos ese maldito acantilado durante dos días buscando mi anillo... sin suerte.

Suppasit no nos ayudó, por supuesto. Se quedó en la terraza junto a la piscina bebiendo cócteles. Dijo que el anillo era de mala suerte y una señal de que nunca debería casarse. Planeo demostrarle que está equivocado así sea lo último que haga.

—¿Tienes un anillo que puedas ponerte en el dedo anular? — pregunto.

Me mira inexpresivo.

—No, porque no me voy a casar.

Hemos tenido una buena semana en Santorini, una semana maravillosa, y aunque sé que todavía me guarda rencor, estamos juntos, todavía nos amamos y cada día nos acercamos un poco más a lo que solíamos ser.

Realmente arruiné las cosas entre nosotros, y cada vez que me dice que nunca nos vamos a casar, me asusto en silencio.

—Bueno.

—Lo digo en serio —susurra cuando llegamos a la vista de los fotógrafos.

—¡Kanawut! —todos los fotógrafos gritan—. Por aquí, por aquí.

Sonrío a las cámaras mientras agarro la mano de Suppasit con mi mano derecha y saludo con la izquierda.

Mantiene la cabeza baja y se concentra en hacernos avanzar.

—El carro está en la parte delantera —dice Wyatt mientras nos conduce hacia las puertas. 

—¡Lleva un anillo! —alguien grita y todos siguen adelante.

—¿Kanawut, te casaste con Suppasit? ¿Qué piensa tu padre de esto? ¿Y William? ¿Has visto a tu amante Penelope, Suppasit? ¿Estaban de luna de miel?

La camioneta Mercedes negra aparece a la vista y se detiene junto al bordillo.

Suppasit abre la puerta y luego vacila cuando ve a mi padre y Ohm ya en ella.

—Entra —le insto mientras las cámaras hacen clic.

Suppasit entra y cierra la puerta de golpe, y yo contengo la respiración. El coche arranca para escapar de la locura.

—Hola, Suppasit —dice Ohm.

—Joder —murmura Mew—. Déjame en mi casa ahora.

Ohm y mi padre intercambian miradas.

Sr. SuppasitDonde viven las historias. Descúbrelo ahora