Capítulo 4

2.8K 434 29
                                    


Suppasit.

Entro al restaurante a las siete de la mañana, Joss y Tul están en nuestra mesa habitual y ya han pedido para mí.

Hacemos esto todos los lunes. Es difícil encontrar tiempo para vernos, así que lo aprovechamos mientras podemos.

—Hola —digo mientras me deslizo en mi asiento.

Ambos fruncen el ceño mientras me miran.

—¿Qué te pasa? —pregunta Tul.

—Nada.—Tomo una servilleta de la mesa y la abro—. ¿Cómo estuvo tu fin de semana?

—Mejor que el tuyo, obviamente —dice Joss—. ¿Qué pasó en Nottingham la semana pasada?

—Nada —suspiro. Ambos sonríen.

—¿Él no te quiso ver?

Soplo en mis mejillas. —Sí nos vimos. —Hojeo las páginas del periódico con enojo. 

—Bueno, ¿Qué pasó? Queremos detalles.

—Sin detalles. —Miro a mis dos amigos—. Pero, tenías razón. Él está verdaderamente fuera de mi alcance.

—¿Cómo es eso?

—Es virgen.

Ambos me miran fijamente, y lo juro, es tan silencioso que se podía oír caer un alfiler.

Lanzo mis manos al aire.

—¿Lo sé, verdad? ¿De qué carajo se trata eso?

—Oh, demonios —susurra Joss, pasando sus dedos por su barba.

—¿Entonces qué pasó? ¿Él te dijo que se estaba reservando para el matrimonio y luego te echó? —pregunta Tul.

—No, me dijo que era virgen y me asusté como un puto bebé y luego me echó.

Joss me mira fijamente.

—¿Hiciste qué? 

Niego con la cabeza.

—No puedo lidiar con ese tipo de presión, hombre. —Aprieto el puente de mi nariz.

—Eso es verdad. Tul asiente 

Joss me frunce el ceño, sin decir una palabra.

—Cenamos y luego volvimos a su casa. Antes de entrar, tuve unas palabras con su puto guardaespaldas.

—¿Tiene un guardaespaldas? —pregunta Joss.

—Sí y creo que él está enamorado de Kanawut. El tipo quiere controlar qué hace y con quién habla. —Hago una pausa al recordar la expresión del rostro de Wyatt—. Una vez que me deshice de él, estuvimos ocupados y le dije que deberíamos follar. Fue entonces cuando me dijo que es virgen.

Nuestros desayunos llegan a una mesa llena de silencio. Agarro mi cuchillo y tenedor. 

—Jódeme —finalmente susurra Tul—. ¿Por qué esta mierda nunca me pasa a mí? Se golpea la frente.

—Daría mi huevo izquierdo por tener a un virgen.

Joss se ríe. —¿Cierto? —Corta su tostada—. Imagínate lo caliente cómo sería el sexo. Ambos sonríen oscuramente.

—Para —gimo—. Ni te atrevas a mirarlo.

Apunto mi cuchillo a Tul.

—Te acercas a él y eres hombre muerto.

Sr. SuppasitDonde viven las historias. Descúbrelo ahora