Epilogo.

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Cinco años después

Son las once de la noche y estoy viendo a mi esposo caminar por la sala con nuestra hija en brazos mientras trata de consolarla. Amelia tiene dieciocho meses, le están saliendo los dientes y está en un mundo de dolor.

—Está bien, nena. Está bien, papá está aquí.

Si antes pensaba que Suppasit era perfecto, nada se compara a verlo con nuestra hija. Adora el suelo sobre el que ella camina.

Estoy tirado en el sofá, derrotado por el cansancio.

Ha sido una semana larga. Esto de la dentición es difícil. No hemos dormido más de tres horas en una noche... y está a punto de ponerse peor.

Estamos a punto de tener a nuestro segundo bebé por medio de gestación subrogada. En ese momento mi teléfono suena.

"Estoy teniendo contracciones" dice el mensaje que me envió Lia.

—Cariño —susurro.

—¿Sí, ángel?

Se sienta en el sofá a mis pies.

—Mira lo cansado que está papi —le dice a Amelia mientras frota mis pies.

—Lia esta teniendo contracciones.

Su rostro se pone blanco.

—¿Qué?

Asiento con la cabeza emocionado.

—¿Ahora?

—Ahora.

Me mira, inexpresivo, y se apresura a sentarse en el suelo a mi lado, mirándome por un momento.

—Miénteme —susurra—. Dame algo a lo que aferrarme.

Sonrío suavemente. Es algo tan de Suppasit, me acerco y paso mis dedos por su barba. 

—Estamos en un yate, navegando por el Caribe.

—Sí. —Sonríe.

—Y no llevo nada más que una tanga dorada.

Se inclina hacia adelante y pasa sus dedos por mi cabello.

—Dios, eso suena tan bien.

—Hemos tenido sexo loco todo el día —susurro.

—Sí, me gusta. ¿Qué estoy haciendo ahora?

—Dormir sin interrupciones.

Se echa a reír.

—Tienes razón; dormir es mi fantasía en este momento.

Amelia se remueve y rompe a llorar de nuevo. Él la toma en brazos.

—Vamos, cariño, tenemos que llevar a papi al hospital. Vas a tener una pijamada en casa de la abuela. —Empieza a llevarla arriba para prepararla.

—¡Mew! —lo llamo. Se vuelve para mirarme.

—Un día, iremos al Caribe sólo para que puedas tener tu fantasía. Lo prometo.

Camina hacia mí y me besa suavemente, su mano descansando tiernamente sobre mi barriga de leche de coco como 'él la llama.

—Cada día contigo es mi fantasía, ángel. Todos los días.




Ahora si es el final. No pensaba hacer el epilogo pero lo han pedido mucho. Es muy corto, pero espero les haya gustado :) 

Mil gracias por el apoyo que le han dado a esta historia. 

Sr. SuppasitDonde viven las historias. Descúbrelo ahora