Capítulo 7

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Kanawut

Miro mi reloj: son las nueve y media. Quizás no vaya a llamar después de todo.

Me preparo una taza de té y me siento en la isla de la cocina. Me encanta este apartamento. Ya se siente como en casa.

Mi teléfono baila sobre el banco y aparece un número desconocido. Es él. Mi corazón comienza a acelerarse y exhalo profundamente para tratar de calmarme.

—Hola.

—Hola —dice su voz profunda y traviesa por el teléfono. Me encuentro sonriendo solo por el sonido de su voz.

—Hola, señor Suppasit.

—Siempre tan formal. —Él se ríe.

Aprieto mis labios, demasiado nervioso para hablar en caso de que diga algo estúpido. 

—¿Qué está pasando? —pregunta.

—Nada serio. Sólo quería ver cómo era trabajar en otro entorno donde la gente no conocía a mi padre. No dirás nada, ¿verdad?

—¿A quién? No conozco a ninguno de los compañeros aristócratas de tu familia.

—Lo sé —murmuro, sintiéndome de repente estúpido.

—¿Tu padre sabe dónde estás?

—Él sabe que estoy en Londres, pero cree que estoy trabajando en mi trabajo habitual. Ohm y mi papá están en el extranjero durante seis semanas. Pensé que era una buena oportunidad para divertirme.

Inhala bruscamente.

—¿Por diversión te refieres al sexo?

Sonrío. ¿Por qué siempre tiene que ser tan directo?

—No, me refiero a pasar tiempo con Turbo, mi amigo. Trabajar en un trabajo diferente. Conocer gente nueva, cosas así.

—¿No te han delatado tus guardaespaldas?

—No, ellos tampoco saben lo que estoy haciendo. Se quedan en la planta baja de mi edificio de oficina y se reúnen conmigo en mis descansos o cuando termino.

Él duda.

—Déjame aclarar esto: ¿te has mudado a Londres durante seis semanas y estás fingiendo ser otra persona y nadie lo sabe?

Paso el dedo por el borde de la encimera de la cocina.

—Turbo lo sabe, y ahora... tú.

—¿Y qué hay sobre él?

Arrugo la frente.

—¿Quién?

—¿El hombre con el que te acostaste? —Él está claramente molesto.

—Oh. —Cierro los ojos con fuerza.

Dios, esta es la mentira más grande que he dicho—. No, no lo sabe.

—Entonces, todavía se está comunicando contigo como Kanawut.

—Sí.

Permanece en silencio por un momento.

¿Entonces supongo que tienes una relación con él?

Mis ojos se abren.

—N-no —tartamudeo—. No, fue sólo una vez.

—¿Por qué le darías tu virginidad a alguien por una sola vez? — grita, y puedo escuchar la tensión en su voz.

Mierda.... Cierro mis ojos.

Sr. SuppasitDonde viven las historias. Descúbrelo ahora