Capítulo 9

3.2K 438 39
                                    


Kanawut.

Él está aquí y finalmente estoy en sus brazos. Brazos que son grandes y cálidos y me abrazan con fuerza. El olor de su colonia me rodea.

Él es alto, mucho más alto que yo sin mis zapatos, y su cabello está desordenado a la perfección. Inclinándose, me besa lentamente y con la cantidad justa de presión.

—He pasado por una tortura esta noche viéndote con él.

—Es sólo un amigo.

—¿Él lo sabe? —Toma mi mano y me lleva más adentro del apartamento.

Esta es mi casa. Debería tomar la iniciativa, ser valiente por una vez.

—¿Quieres tomar algo? —pregunto con falsa confianza. Besa mis yemas de los dedos, sus ojos fijos en los míos.

—Por favor. —Oh, él es tan...

Lo guío a la cocina donde me detiene y me hace girar hacia él nuevamente.

Lo miro y siento que el aire sale de mis pulmones.

Suppasit tiene esta intensidad en él que nunca le había visto antes de esta noche. No sé si es porque estamos completamente solos por primera vez, porque andamos a escondidas o porque estamos en mi apartamento y ambos sabemos que puede pasar cualquier cosa. 

Pero todo se siente magnificado esta noche. Cada mirada, cada sonrisa, cada toque. Quizás son mis nervios los que hacen que todo parezca tan... extremo.

Toma mi cara entre sus manos.

—Tengo que besarte. Ha pasado demasiado tiempo desde que sentí tus labios. —Su boca se cierne la mía y su lengua se desliza lentamente hacia afuera y corre por mis labios. 

Siento la emoción hasta los dedos de mis pies.

Él profundiza el beso y su lengua se conecta con la mía, suavemente, como si quisiera convencerme de que salga y juegue.

Sonrío contra él y rodeo su cuello con los brazos.

Me lleva de espaldas a la cocina, y luego nos detenemos por un momento, y me sostiene en sus brazos, mirándome.

El aire crepita entre nosotros y nos miramos mientras bebemos en nuestras proximidades. Sus ojos están ardiendo y puedo sentir el poder que emana su cuerpo, se lame los labios y puedo ver que está debatiendo si debe o no tomar esto con calma. Por favor...

—¿Dónde están tus copas de vino? —pregunta suavemente.

—C-cierto —tartamudeo—. Buena idea.

Señalo un armario con nerviosismo. Necesito un trago... o diez. 

Tomo dos copas de champán, agarro una botella de Grange y se las paso.

Sonríe cuando ve la etiqueta.

—Esto es bueno.

Poco sabe él que acabo de ordenar esto al servicio de habitaciones hace veinte minutos.

El corcho explota y vierte el líquido burbujeante en nuestras copas.

Me pasa una copa y luego levanta su copa en el aire.

—¿Por qué estamos brindando? —Sonrío tímidamente—. Por nuestra primera cita.

—Esta no es nuestra primera cita.

—Esa otra no contaba. Eso fue solo una práctica. Lo arruiné por completo. Bórralo de tu memoria. Quiero volver a comenzar.

Sonrío, aliviado de que reconociera nuestra última cita desastrosa y choco mi copa con la suya.

Sr. SuppasitDonde viven las historias. Descúbrelo ahora