Capitulo II

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Me puse mi mejor traje de baile, me paré frente al hombre bien vestido e hice una reverencia, lo acompañé hasta una sala desocupada insitándolo a sentarse en el gran sofá y disfrutar el espectáculo.

Le hice una seña a Shin para que comenzara a tocar la flauta, yo seguiría el ritmo bailando. El hombre se puso cómodo mirándome mover las caderas al ritmo tranquilo de la flauta india, cuando Claudio inició el golpeteo de tambores más chicas entraron y me acompañaron durante el pequeño show improvisado. Al terminar, ese hombre pidió que todos se fueran.

–Soy Severus, por la demostración de magia que hiciste durante el baile puedo decir que eres a quien busco, ¿Por qué huías de mí?– No supe que responder, su mirada oscura me daba escalofríos, su aura me dió la sensación de que debía mantenerme sumiso y no hacer nada inusualmente estúpido. Agaché la cabeza.

–Perdón, creí que usted era como el Jefe y no debo hacerlo con nadie a parte de él, cuando Carla me dijo que sólo quería verme bailar, accedí, de otra forma no lo habría hecho.– La extrañeza en su mirada me hizo saber que no tenía idea de lo que me refería. –Esto es un burdel, ya debería saberlo si me estaba buscando, aunque no parece de por aquí.– Me sentí pequeño cuando me examinó minuciosamente en silencio. –Podría hacer una excepción y tal vez darle un trato especial... Iría por mi parte y no deberá pagar nada.– Prefiero que no lo haga, si el Jefe se entera estaré perdido. Él asintió en silencio, le dí una pequeña sonrisa, me senté a horcajadas sobre su regazo y comencé a quitar su camisa, trató de apartarme.

–Espera, ¿Qué estás haciendo?– Su voz ronca pero demandante me hizo detenerme es seco, ladeé la cabeza confundido.

–Ya le dije que...– Me interrumpió tomando mis caderas con fuerza.

–¿Así tratas a tus futuros profesores? O ¿Sólo lo haces cuando necesitas más nota?–

–¿Profesor?– Aflojó un poco su agarre.

–Vine aquí para llevarte a una escuela especializada para niños con magia, así como tú. Me sorprende que puedas vivir en estas condiciones, considerando que tienes 11 años...– Me sonrojé un poco.

–En realidad... Solo tengo 10 años, señor y he vivido en este tipo de condiciones toda mi vida...– Me bajó de su regazo sentándome a su lado.

–Entonces tienes suerte de que haya venido a buscarte.– Se levantó con seguridad. –Ponte algo de ropa decente, te esperaré en la entrada.– Salió de la sala tranquilo, corrí al salón principal encontrando a Ana, la abracé con mucha fuerza.

–¡Mamá, mamá! Ese hombre va a llevarme a la escuela.– Ella se sorprendió y luego una mueca de tristeza manchó sus hermosas facciones.

–¡Oh, mi pequeño! No tenemos dinero suficiente para pagarte la escuela y aunque así fuese, Carla no te dejará ir, el Jefe vendrá en dos días y si no te encuentra aquí podría prenderle fuego al lugar.– Sus bellos ojos zafiros se llenaron de lágrimas.

–Nada de eso, madre. Regresaré, hablaré con el Jefe y seguro que me dejará ir. Por el momento acompañaré al hombre a dar una vuelta por la ciudad.– Acaricié su mejilla con cuidado, puse mi frente con la suya y luego di un beso a cada una de sus mejillas. –Iré a cambiarme.– Subí las escaleras con rapidez entrando a nuestro cuarto, sin pensarlo me puse un vestido a las rodillas, de color verde botella, reemplacé mis pendientes por un par de esmeraldas falsas y me puse unos pequeños zapatos negros con tacón, dejé el exótico peinado con el cabello casi suelto a excepción de un par de trenzas.

–'¿Qué ocurre, pequeña cría?'– Pregunto emocionado mi fiel compañero.

–'Saldré dar la vuelta con un hombre, Eckzahn, compórtate mientras no esté.'–

RavenclawDonde viven las historias. Descúbrelo ahora