Capitulo XIII

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–Tarde.– Me escondí detrás de Marcus. –Rei, ya habíamos hablado de esto.– Ya no se veía tan molesto como en la mañana, así que no había tanto peligro.

–Lo siento.– Murmuré bajo.

–Estaba conmigo, ¿Tienes algún problema?– Suspiró.

–"Tu niño" tiene desnutrición y gracias a que tú sólo te preocupas por mantenerlo debajo de tí en la cama, yo debo ser el malo y establecer límites para que pueda estar seguro.– En ningún momento levantó la voz, pero sentí escalofríos cuando terminó de hablar.

–Ya dije que lo siento, no hacía falta decírselo a él.– Ahora posiblemente exageraría todo y creería que mi desnutrición es grave cuando apenas estuve bajo el peso establecido.

–"A este paso no crecerás correctamente."– Fruncí el ceño.

–¡Eso ni siquiera importa! Mo~ volvamos arriba, Jefe. Emili puede llevarnos la comida.–

–Si no importa, ¿Por qué llevas tacones?– Gruñí.

–Es un juego sucio. No es para nada justo que yo fui el único que seguía pareciendo una niña de ocho años por tanto tiempo, quería crecer porque no soporto la idea de que crean que por ser pequeño no puedo cuidarme. Ahora que crecí y tengo un aspecto más adecuado, no me quiero quedar atrás de todos, puedo aprovechar mi apariencia y demostrar que no soy "delicado"...– Marcus palmeó mi cabeza con cuidado.

–Siempre vas a ser un mocoso para mí, no importa si tienes 14 o 90 años.– Una sensación cálida se manifestó en mi pecho. –Pero como ahora eres un buen chico, harás caso a lo que Antonio te diga, ¿No es así?– Asentí, si él me lo pedía de esa forma tan amable, era imposible negarme.

–Si, Jefe, lo haré.– Había unos papeles sobre la mesa y mi abuelo nos ofreció tomar asiento.

–Estos son permisos legales, para las armas y tu pasantía de menor, mantenlas contigo.– Acepté algo resignado. No deseaba cargar mucho. –Volverás a la escuela por la mañana, arregla tus cosas y lo que tengas pendiente.– No es como que pudiera negarme. –Ahora, coman.– Los platos aparecieron y agradecí.

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–¡Que no se te ocurra!–

–Oh, vamos. No es tan complicado, ¿O sí? Sólo es agitar esto en el aire mientras digo algo en latín, lo que sea servirá, estoy seguro.– Movió la varita y tragué duro.

Marcus es un muggle, es claro, pero hoy se aventuró a hacer eso que esperaba hiciera pero no estaba preparado para ello: robó una varita. He visto a muchas personas sin magia tomar varitas y no hay ningún efecto, no hay chispas, ni flores, ningún indicativo de reacción. Con él tampoco lo hubo, pero en cuanto acopló la madera a su mano, un estremecimiento recorrió mi espalda y un miedo desconocido floreció sobre la boca de mi estómago.

–Por favor, para con eso. No es tan simple como decir "abra cadabra" y todo se resuelve.– Me quejé nervioso.

–¿Funcionará entonces el "bibidi babidi bu"?– Aspiré con notoria frustración.

–No lo creo, devuélvemela.– Tendí la mano. –Si el abuelo te ve, nos regañará a los dos.– Negó.

–No será tan fácil.– Suspiré.

–¿En serio? Sólo estaba siendo amable. Accio.– El objeto se deslizó y acabó en mi mano en segundos. –Con esto no se juega...– Señalé la madera en mi mano con expresión molesta. –... Con esto sí.– Señalé mi propio cuerpo de forma subjetiva mientras me acercaba moviendo las caderas de forma coqueta.

RavenclawDonde viven las historias. Descúbrelo ahora