Capítulo X

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A unos minutos de la media noche salimos al jardín donde una gran hoguera se alzaba, justo a las 00 se encendió en diferentes y antinaturales colores, parecía tener vida propia, tan alto como un viejo pino y sin embargo, era frío. No sentía calor aún estando tan cerca y nadie más pareció notarlo, o no hicieron un sólo comentario al respecto.

La celebración continuó como lo haría normalmente, descubrí niños entre los adultos, ellos jugaban con listones de colores y las niñas llevaban flores en la cabeza. Di un paso en la dirección en que corrieron pero una figura femenina me impidió seguirlos.

–Oh, no, principito. No se supone que dejes al Rey solo.– Bella me llevó de vuelta con El Lord. –¿Cuándo es tu cumpleaños, niño?– Acomodé mi flequillo.

–Septiembre 21 y no me digas "niño", tengo un nombre.– Ella rió.

–Como quieras, niño.– Ignorando su juego, decidí que debíamos comenzar a llevarnos bien, no necesito enemistad con mis nuevos compañeros de trabajo.

–¿Bella?– Murmuró un suave "mmh" y continué. –¿Me ayudarías a escoger la ropa para mi cumpleaños? A demás de el lugar, claro. Necesito un consejo femenino sobre este tipo de cosas y aunque que mamá quiera ayudarme no me gustaría traerla aquí, ella no es una bruja.– Se giró y por un momento esperé una negativa agresiva, pero sólo sonrió.

–Seguro.– No parecía ser ella, normalmente se comportaría alocada y dispareja, no tan formal.

–Si no quieres hacerlo está bien, buscaré a alguien más...– Pasó de mi y fue directo dónde Tom, habló con él y parecía realmente diferente.

Busqué a Severus con la mirada sin encontrar ni una sola pista de él. Pero alguien sí me vio.

–Bonsoir, belle dame.– Me sonrojé con sólo escuchar el acento.

–Buena noche, Lord Malfoy.– Contesté bajo a su saludo.

–¿Me acompaña? Mi esposa insistió en que se encontraba indispuesta y noto que usted también va solo.– Entrelacé los dedos sobre mi regazo.

–C-claro. ¿Por qué n-no?– Una sonrisa de satisfacción adornó sus aristocráticas facciones. Acepté la copa de vino que me tendió y caminé a su lado por el enorme jardín.

–El hombre que estaba junto a ti en la mesa era el mismo que te llevó al callejón Diagon el otro día.– Asentí.

–S-si, señor. E-él es...– Se acercó más a mí y bajé la cabeza por acto reflejo.

–¿Te ajustaron demasiado el corsé? Deja de tartamudear.– Hablaba en inglés perfecto, pero manteniendo ese dulce tono al idioma extranjero que me torturaba en sueños húmedos.

–Lo siento. Él es el inversionista principal de Paradise. Mi Jefe, por decirlo de alguna forma.– Una leve sonrisa nunca desapareció de mi rostro. –Monsieur, preciso de consejo.–

–Te escucho, Mon doux péché.– Me acerqué peligrosamente. Sentía mi corazón golpear con fuerza en mi pecho.

–Siempre he celebrado las fiestas, pero me gustaría darles un significado más romántico. ¿Qué puedo hacer, oh, Monsieur?– Puso una mano enguantada en mi cadera acercándose más.

–Todas tienen su significado romántico, esta es especial ya que nos da la venida de La Reina de Mayo. Diosa de la fecundidad y felicidad.– Tenía su voz aterciopelada acariciando mis oídos y de seguir así por mucho tiempo, no dudaba en tener una erección también. –Usa un atuendo blanco, consigue algunas flores y diviértete con el afortunado.– Se alejó y tendió una Camelia rosada en mi dirección. –Pide por todos nosotros ya que somos demasiado egoístas para rogar por alguien más.– La acepté y le sonreí.

RavenclawDonde viven las historias. Descúbrelo ahora