Capitulo XII

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"Tili-tili-bom,
Zakroy glaza skoree,
Kto-to hodit za oknom,
I stuchitsya v dveri.

Tili-tili-bom,
Krichit nochnaya ptitsa,
On uzhe probralsya v dom..."

Veía con miedo las sombras en la pared, El Jefe no se tentaba el alma contando historias.

–¿E-en serio...?– Asintió lentamente.

"On idet... on uzhe...
Blizko..."

Me escondí entre las sábanas.

"K tem komu ne spitsya.

On idet... on uzhe...
Blizko..."

–No quiero...– Las grimas se acumulaban tras mis ojos.

"Tili-tili-bom,
Ty slyshish′, kto-to ryadom?
Pritailsya za uglom,
I pronzaet vzglyadom.

Tili-tili-bom,
Vse skroet noch' nemaya,
Za toboy kradetsya on,
I vot-vot poymaet."

Temblé al sentir las manos frías de El Jefe sobar mi espalda descubierta. Di un chillido nada masculino y me encogí más en mí mismo, todo de esta escena gritaba "Terror" y no sólo para mí.

"Tili-tili-bom,
Ty slyshish′, kto-to ryadom?
Pritailsya za uglom,
I pronzaet vzglyadom..."

Las luces se apagaron por completo en el cuarto, sólo quedaba la poca luz de la luna nueva que entraba por las cortinas recogidas de la ventana, cosa que aumentó mi miedo.

–N-no quiero que venga por mí...– El Jefe se sentó a mi lado en la cama.

–Entonces debes dormir. Recuerda: "Él viene por los  que no duermen."– Apenas podía distinguir su silueta en la oscuridad. –Cerraré las cortinas, tengo que irme ya.– Tomé con fuerza la manga de su chaqueta.

–¡No! Por favor no te vayas...– Mi voz aguda sonaba altamente preocupada. –¿Que... Qué haré si me despierto y no puedo seguir durmiendo? É-el... ¿Vendrá por mí? Pero... Si me lleva...– Me silenció con un beso.

–Si trata de llevarte, yo iré por tí. Nada va separarnos, porque eres mío y nadie puede tomar lo que es mío sin mi consentimiento.– Mis ojos se adaptaron a la pobre iluminación y pude ver su sonrisa. –¿Entiendes? Debes dormir ahora.– Se levantó y salió con total tranquilidad luego de cerrar las cortinas.

Las sombras me jugaban malos trucos, la letra de la canción se repetía una y otra vez en mi cabeza. Aún con la música sonando abajo, no podía dejar de escuchar lo mismo. No conté el tiempo, pero seguro fue más de media hora dando vueltas en la gran cama. Al final, no pude dormir  y bajé al primer piso, buscaba a alguien conocido que pudiera hacerme compañía, sólo hasta que me durmiera o el local cerrara.

–¿Qué hace una niña aquí...? ¡Hey! ¿Eres hija de una prostituta?– Pasé de él. No quería a un extraño hablándome tan tarde por la noche. –No creo que los niños deban estar aquí...– Frené por unos segundos, debatiendo si decirle algo o no. Decidí que no, sorteé un par de mesas corriendo y alguien me tomó por detrás del camisón de dormir.

–¡Epa! Creí haberte dejado en tu cama, ¿Qué haces aquí?– Me sentó sobre su regazo y me aferré a su cuello.

–Él viene por mí...– Susurré. Levantó la vista, buscando a alguien que sólo estuviera echando un ojo por todos lados sin hacer nada en concreto.

El mismo tipo de antes tocó su hombro para llamar nuestra atención, las risas de los amigos del Jefe se detuvieron ante el desconocido.

–Disculpa, ¿Me la devuelves? Es mi hermana. Estábamos jugando y se metió corriendo sin mirar.– El Jefe detuvo su mano con el vaso de whisky a medio camino. Soltó una risa fría.

RavenclawDonde viven las historias. Descúbrelo ahora