Capítulo número 10

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—Ángel, ¿dónde estás? —Trato de sonar lo más calmado posible, pero no lo estoy. Todo de mi ansía saber dónde está, necesita saber que está bien.

—No lo sé —su respuesta me preocupa—. Todo está oscuro, solo hay luz de vez en cuando y ahora me dejaron usar el teléfono. Te llamé a ti. Estoy asustado.

—¿Estás solo?

—No... Hay más como yo acá. —¿Cómo él?—. La mayoría somos almas que hemos sido asesinadas y no mayores a los veinte.

—¿Quién te llevó?

—No lo recuerdo. Fue un golpe y simplemente llegué acá.

—Maldita sea.

—Ya se te acabó el turno. —Una voz delgada se escucha del otro lado del teléfono, realmente no influye terror por su tonalidad—. Dame ese teléfono.

—Ángel, dáselo, que no te golpee o lastime.

—Ayúdame hermano.

—¿Sabes por qué secuestré a tu hermano? —El acento es único, lo distingo cuando hizo la pregunta. Es un demonio—. ¿Sabes por qué necesitaba que te llamara?

—La verdad no tengo ni idea.

—Vamos Alexander, no te hagas el idiota.

Ángel nunca dijo mi nombre y este lo sabe. El secuestro no era tan aleatorio como creía. ¿Qué puede querer de mí? ¿Qué necesitará para que yo libere a mi hermano?

—¿Cómo sabes mi nombre?

—Sé muchas cosas de ti querido. —Se ríe del otro lado—. Por ejemplo, tu alma está llena de pecado después de que moriste. Te entregaste por completo al pecado, no has sabido controlarte. Tu vicio del cigarro cada vez se hace más fuerte, de vez en cuando estás temblando, no recuerdas tu muerte. —Silencio. Un quejido—. Mira, podemos hacer las cosas de una manera fácil o una difícil.

—Dime tus condiciones.

—Eso fue bastante rápido, eres inteligente, no te lo negaré. —El sarcasmo es único, no sé si es alguien fuerte o débil. Así que es mejor seguir la corriente—. Necesito un trabajador de la línea, o sea tú, que comience a mandar almas puras al infierno, eso o que consigas un par de materiales para mi compañera. Tú decides cual elegir. —Hago un ruido con los dientes, esperaba que fuera idiota y se dejara llevar por el hambre de poder—¿Qué? ¿Esperabas que dijera cual era mi dominio?

—La verdad es que sí —respondo sin negar nada—. ¿Por qué almas jóvenes?

—Muy buena pregunta, ¿por qué no almas puras? Ya sabes, el mercado negro paga mejor por ellas. Te daré un par de días para pensarlo. Claro, yo te llamaré. —Pausa, otro quejido, retoma—. Si no respondes de manera sincera, tu hermano puede terminar de sirviente o juguete de otro.

—Me imagino que la otra condición es no contarle a nadie sobre esta conversación, ¿cierto?

—Exacto, vez, te lo dije, si no te haces el idiota, las cosas fluyen. Por cierto, cuidado con la Parca de nombre Esther, está bastante interesada en ti. —Nuevamente su risa—. Una última cosa, buena suerte en tu reunión mañana, Alexander.

Antes que pudiera decir algo cuelga el teléfono.

¿Cómo sabe que mañana me voy a reunir con alguien? Aparte de mí y Lincer, solo Camilo sabía de la reunión.

Me pongo de pie un segundo y veo que camilo está peleando con un usuario, se le nota en el rostro. Con las mismas me siento. Es imposible que él me haya traicionado, ¿cierto? Sí, él es el único amigo que he tenido en mucho tiempo —sin contar a Sergio—. Pero, ¿cómo lo supo?

Línea de llamadas para muertos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora