Capitulo número 1

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El sonido de los teclados y las máquinas de escribir se escuchan por todo lugar. Mi pierna izquierda comienza a subir y a bajar a medida que el sonido sigue manteniéndose de una manera no rítmica. Incluso hasta en la cafetería se escucha el condenado tecleo. ¿Nadie puede parar de trabajar así sea por un momento? Sin contar los sollozos del chico nuevo.

Muevo mi mano de mi barbilla a mi mejilla, luego a mi cabello, para volver a la barbilla algo rasposa. Suelto un suspiro, algo largo y cansado, mientras aquel chico de cabello marón y ojos avellana y con facciones completamente mexicanas, trataba de dejar de llorar. Esperaba que sus pupilas estuvieran dilatadas, debido a su pasado, pero no fue así.

La verdad, es que yo entendía al pobre chico. Acaba de llegar a este lado del mundo, su vida por completo había sido una mierda. Sus padres lo abandonaron o murieron, no estoy muy seguro, se volvió drogadicto, su mejor amigo lo mató, no entró al cielo, ni al infierno, porque su penitencia fue buscar la forma de descansar en paz, y ahora lo quieren hacer trabajar en el call center, aunque es eso o trabajar con las parcas. Me aclaro la garganta, quisiera un cigarro ahora mismo, me rasco la parte de atrás de la cabeza para comenzar a hablar.

—Mira... ¿Damian? —pregunto el nombre porque no es que esté demasiado seguro de eso, el chico asiente con su cabeza—. Créeme, la elección de trabajar con nosotros es mejor que el de las parcas. Acá puedes descansar, el horario es flexible y puedes fumar lo que quieras en la zona de humo. —Sonrío como puedo—. La chica de allá... —señalo a una muchacha con cabello verde, cuerpo delgado, y bastante pálida—, te ayudará en lo que necesites. Ahora, si necesitas, puedes preguntar por mí. Mi nombre es Alex.

El mexicano ni siquiera me miró a los ojos. Intenté como pude para que me hablara, pero al parecer aún seguía en ese estado de "conmoción" y ya iba algo tarde para mi turno. Me levanté de la silla y me fui de la cafetería. Ya era hora de trabajar.

—Nos vemos más tarde. —Hago un movimiento con forma de despedida con la mano izquierda.

Otro día de trabajo, otra alma más que va a llamar quejándose de como su estadía en el paraíso es un desastre, o como en el infierno los demonios están haciendo las cosas como no son.

Cuando morí esperaba que la vida se acabara, y no tuviera que estar sufriendo por un trabajo en el cual me pagan para poder vivir estando muerto. Los dioses en algún momento se volvieron capitalistas, y odio eso. ¡Incluso debo trabajar! Es un buen trabajo, divertido, con llamadas de muertos que realmente me hacen dudar si yo disfruté mi estadía en la tierra o que. Aunque bueno, era esto, o estar en el cielo yendo todos los días a grupos de oración y dándole gracia a algún dios por darle un lugar donde vivir y si llegaba a hacer un error, mi estancia iba a ser directa al infierno. ¡¿Una instancia inmortal sin poder fumar?! Ni que fuera Hitler.

Entro por la puerta, mientras el sonido de los teclados y máquinas de escribir se escuchan cada vez más cerca. Me paro frente la puerta. Espero paciente a que el lector de alma se active. No abre. No se activa nada. Maldigo. ¿Por qué siempre me pasa esto?

Me estiro un poco, aunque esté muerto es costumbre mía hacerlo. Miro mi mano, omitiendo por completo mis muñecas, para darle un escupitajo. Mi saliva, que ahora no es transparente sino una mezcla de rojo con negro, cae en mi mano y la pongo en la puerta. Cierro los ojos y me preparo para la sensación asquerosa de una lengua pasando por mi palma, cosa que pasa. Ese sentimiento de algo lamiendo cuando ya estás bien muerto, sigue siendo horrible.

Odio cómo funcionan las cosas en este pedazo del inframundo. Puedo sentir las cosas, no me da hambre o sueño, pero no puedo atravesar las cosas como piensan en la tierra, porque según Osiris: Pueden robar información importante. La cual no existe. Ah, pero el panteón maya piensa que es cool que nosotros sigamos sintiendo las cosas como si estuviéramos vivos. Malditos sean los que diseñaron la vida después de la muerte.

Línea de llamadas para muertos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora