Capitulo número 5

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—Alex, tenemos un problema.

—Y es uno muy grande.

Esas son las palabras que me hacen abrir los ojos. Y claro, lo entiendo, no hay nada más tenebroso que estar sentados en un vagón de un tren y que un grupo de oficiales, además de que detuvieron el tren, te están buscando. Ahora, tú te preguntarás: Pero Alex, tú no has hecho nada malo. Y yo responderé que efectivamente no he hecho nada malo, pero con las parcas no se juega y menos cuando tienen una imagen tuya con tu nombre.

—¿Es usted Alexander Gonzales de la línea de llamadas? —Veo a la mujer que le falta un ojo y es de tez algo morena, con un cuerpazo que se nota que si me da un puño me desarma por completo—. La central de parcas lo necesita por crímenes cometidos; además de violación de protocolos de almas.

—Bajo ninguna ley se lo pueden llevar de esa manera. —Camilo habla sin miedo—. Necesitan una orden de los cazadores eternos para llevarse a Alex.

Mi mirada se mueve por su uniforme buscando alguna parte donde represente su jerarquía. Las parcas, al igual que los ejércitos mundanos, tienen signos donde representan su grado o nivel de jerarquía. La que está al frente mío no tiene estrellas en su uniforme, tampoco tiene cruces, es una recién salida de la academia.

Al lado de ella hay un chico, me corrijo, alguien que parece uno. Sus ojos son azules y pareciera que una tormenta se mueve en ellos. Él no es una parca. Su ropa, una gabardina negra, con bordados dorados. Ni siquiera parece importarle la situación, tiene un aura de que le da igual, debe ser un cazador.

—Sí, soy él. —Mi mirada no se desvía del chico. Sus facciones son finas. Tanto la barbilla, como los pómulos. Mirándolo desde este punto, todo lo de su cara es lindo en general—. ¿Qué protocolos he roto? ¿Qué crímenes he roto?

—Eso...

—Perdón a con la chica, es nueva. —El acompañante habla, su voz es gruesa—. Eres el que reportó la desaparición de dos almas jóvenes, niños quiero decir.

—Sí, soy él. —Camilo fue a decir algo, pero simplemente le hice señas para que se calmara.

—Necesitamos que vengas con nosotros. Eres el más cercano a la descripción de la parca que se llevó los niños. —Aquel cazador sube y baja los hombros—. Y tenemos una lista de sospechosos.

—Sabes que ni siquiera lo ví, ¿cierto?

—Recibiste la llamada, tienes la descripción de ella. —Esa actitud me dan ganas de ahorcarlo—. Así que vienes con nosotros a la buenas.

—O a las buenas. No te preocupes. —Suelto un suspiro largo—. Pensé que hoy iba a descansar, pero terminaré en la oficina que me odia.

👻

Hay veces que las cosas no salen como tú quieres, hay otras veces que salen peor a lo que tu esperabas, y realmente este es uno de esos días. Se suponía que iba a agarrar un tren para ir a Alfheim, pero no. Mientras Camilo y Sergio van a disfrutar unas vacaciones con todo pago a nombre de los cazadores malditos, yo, por otro lado, estoy sentado en la sala de espera de las parcas.

Muevo mis dedos en mi rodilla, trato de no hacer ningún otro movimiento. Estar aquí puede ser aburrido, pero no tanto como trabajar acá. Al menos en mi trabajo atiendo llamadas, no le quito la vida a las personas o las induzco a hacerlo. Ellas sí. Su trabajo es horrible.

El pasillo está solo, las paredes de color gris son agobiantes. Mi mirada está fija en ellas. No hay nadie. Las paredes parece que se acercan lentamente. No hay ruidos, ni siquiera el de la secretaría que se supone que debería estar sentada. Si tuviera pulso cardiaco eso me mantendría ocupado, o al menos concentrado en ello. La luz carmesí cada vez se ve más fuerte. Tapo la de ambos lados con mis manos. Me quitaron mis manillas en la entrada, por ser protección contra este tipo de seres.

Línea de llamadas para muertos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora