VIII

100 12 9
                                    


Tal y como prometió en media hora llegó al establecimiento que Namjoon le había indicado. Se encontraba no muy lejos del restaurante de Hoseok y no entendía cómo es que no había reparado en ese establecimiento con anterioridad.

La entrada era algo común, no tenía gran atractivo salvo un letrero en donde se exhibía el menú para el desayuno junto a un pequeño espacio para dejar bicicletas o algún vehículo. Las ventanas eran amplias por lo que la luz dentro parecía completamente natural, era algo que le gustó demasiado a Yoongi ya que el bar regularmente estaba iluminado artificialmente.

Se veía completamente acogedor y reconfortante, en aquel detalle le recordó al aura que despedía su propio negocio. Dado que Namjoon había elegido aquel café ahora entendía lo bien que se llevaba él con los ambientes cálidos y naturales.

Entró y la pequeña campanilla sonó sobre su cabeza, un mesero alto y con rostro soñoliento, pero con facciones amables, le dió la bienvenida y le acompañó hasta la mesa que el músico había elegido junto a la ventana al fondo del sitio.

Desde ahí podía ver las personas que entraban y, por supuesto, podría ver cuando Namjoon llegara.

—¿Desea ordenar el especial de hoy? —dijo el mesero alto, extendiendo el menú hacia el músico— El precio de los postres es por pieza, pero si gusta podemos servirle por rebanada.

—Gracias, sólo quiero un americano —contestó Yoongi de forma amable y firme.

¿Qué se supone que le diría a Namjoon en cuanto llegara? Había dejado el desayuno con su amigo a medias pero ciertamente no tenía demasiada hambre como para pedir algo.

Quizás sería prudente pedir una rebanada de pastel para compartir ya que él mismo no podía terminarse una ni siquiera con mucha hambre.

¿A Namjoon le gustarán los duraznos o las fresas? ¿Debería pedir un americano para él o un caramel macchiato?, se encontraba cavilando entre lo que pediría cuando sus pensamientos se vieron cortados por un fuerte ruido proveniente de afuera que llamó la atención de todos los presentes.

Yoongi habría ignorado aquello de no ser porque aquella espalda le resultaba familiar. Dejó el menú de lado para observar con detenimiento al sujeto que ahora maldecía e intentaba acomodar un par de bicicletas que había derribado con la suya.

No pudo evitar sonreír al ver la enorme persona de Namjoon con un casco azul pastel disculpándose con el mesero que había salido a socorrerlo.

Era curiosamente adorable para el músico y no podía despegar los ojos de él.

Una vez que todo quedó en orden y las personas perdieron el interés en aquel percance, Namjoon por fin entró dejando el casco afuera. No parecía avergonzado con los comensales e incluso saludó a la cajera con un asentimiento, en todo momento mantuvo la calma mientras buscaba a Yoongi entre las mesas ocupadas.

Tardó apenas unos segundos en divisar la pequeña figura monocromática del fondo, fue ahí cuando sus mejillas se tiñeron de un rojo leve que a Yoongi le pareció totalmente atractivo, ¿qué tenía Namjoon que no podía despegar los ojos de él? No lo sabía.

—Gran entrada —dijo burlándose del moreno quien pretendía limpiar su abrigo del polvo.

—Tu no has visto nada, ¿ok? —dijo defendiéndose mientras se sentaba al frente— estas cosas le suceden a cualquiera.

—Lo dices como si no tiraras cosas todo el tiempo.

—¿Qué te hace pensar eso? Soy un adulto cool que controla todos sus movimientos —contestó revisando el menú para disimular su sonrisa nerviosa.

The Genius Bar [Namgi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora