XII

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El camino de regreso había sido más largo debido a que ambos decidieron ir a pie. Por fortuna la bicicleta de Namjoon tenía una canastilla al frente en donde iban los cascos y los papeles de adopción.

Yoongi abrazó todo el camino la maceta y procuró que esta no se expusiera a los fuertes vientos que los asaltaban de momento. A pesar de los comentarios que hacía para molestar a Namjoon, se había hecho a la idea de quedarse con ella al inicio, incluso ya había pensado en qué lugar la pondría al llegar a su piso. Aunque todavía debía hablar eso con el otro, estaba convencido de que lo dejaría quedarse a Calíope un tiempo.

Además de eso estaba el hecho de que el sitio en donde Namjoon vivía no le gustaba en absoluto, seguramente acabaría por deprimir a la pobre planta.

El tiempo que les quedaba del día lo aprovecharon para sentarse junto al río y observar el atardecer. La mano derecha de Yoongi se había unido de nuevo a la de Namjoon, no importaba si estaban sentados uno junto al otro, estar en contacto con la piel de su acompañante le gustaba bastante.

No sabía exactamente por qué sentía una extraña y repentina paz cuando estaba con Namjoon, incluso con todas las dudas que tenía.

Permanecieron juntos observando el atardecer hasta que el descenso del sol fue definitivo y ambos tuvieron que encaminarse hacia el bar. Todavía era fin de semana y Yoongi debía abrir a pesar del cansancio. A unas cuantas calles de llegar al lugar, un auto rojo dió vuelta ignorando el caos que había provocado y las bocinas de los demás conductores.

Namjoon se detuvo por inercia y se paró frente a Yoongi, interponiéndose entre él y el conductor.

—¡Min Yoongi! —gritó Hoseok desde su auto deteniéndose junto a ambos y saliendo de este hecho una furia.

—Hobba, ¿qué haces por aquí? —preguntó Yoongi confuso por el semblante de su amigo.

—Eso debería preguntarte a ti, ¿dónde demonios te has metido en las últimas semanas? Ni siquiera le has avisado a Dawon sobre tus salidas —añadió cerrando la puerta del auto y caminando hacia ambos con pasos fuertes— tampoco te has pasado a verme al restaurante entre semana.

—¿Perdón? Eso no debería ser un inconveniente.

—¡Pero lo es, carajo! —comenzando a caminar de un lado a otro para contenerse— Antes contestabas en seguida y sabía dónde estabas, ahora parece que tengo que pedir cita si quiero saber si estas vivo por lo menos.

—¿Qué rayos te sucede, Hoseok?

—Sucede que no sé cuál es tu maldito problema conmigo.

—El único que parece tener un problema aquí eres tú —dijo a la defensiva— y no tengo por qué avisarte sobre todo lo que hago.

—Yoongi, lo mínimo que te pido es que respondas mis llamadas —habló disminuyendo el tono reparando en la figura del más alto que lo miraba con recelo— y que te alejes de este tipo lo más pronto posible.

—Se llama Namjoon.

—Será el príncipe Carlos pero tú y yo debemos hablar ahora.

Hoseok avanzó, rodeando el cuerpo del moreno para tomar la mano del músico y llevarlo hasta el auto. No obstante, una fuerza mayor lo detuvo a mitad del camino, provocando que girara su vista hacia atrás.

—No voy a dejar que Yoongi se vaya contigo en ese auto si manejas en ese estado —habló Namjoon con tono autoritario.

—Ah, no me vengas con tu teatrito de héroe porque no te queda —contestó apartando la mano del otro y tomando de nuevo el brazo de su amigo, este sin saber cómo detenerlos— Yoongi se va conmigo y no voy a discutirlo.

The Genius Bar [Namgi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora