XVIII

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Las manecillas en el reloj avanzaban sin piedad para Yoongi. Si no eran demasiado lentas cuando esperaba alguna llamada, eran demasiado rápidas en la noche cuando hacía el intento por dormir y descansar al menos lo necesario.

A pesar de lo impactante que fue para él vivir lo que podría considerar un asalto y estar casi al borde de la muerte, el hecho no había marcado ningún antes ni después. Contrario a ello, Yoongi se encontraba cada vez más desesperado y desconfiado de todo el mundo.

La sensación de estar siendo acechado no había cambiado en absoluto, mirar por la ventana al despertar, antes de salir del apartamento o a la calle a hacer las compras se había vuelto incluso necesario.

Si ninguno de los sujetos que buscaban a Namjoon en el bar lo estaban vigilando, ¿quién lo hacía? Esa era la incógnita que viajaba de un lado a otro en su sistema y no podía desechar o dejar de lado en ningún momento del día.

Yoongi creía incluso estar dentro del mundo distópico de Orwell* en el que debías cuidar hasta el pensamiento del Gran Hermano que estaba al acecho para reclamar tu espíritu cuando una regla era violada. Al igual que el Gran Hermano, quien se encontraba fuera de la ventana estaba siempre vigilando cada parte de su día a día, esperaba pacientemente verlo enloquecer y clamar por ser atrapado antes de seguir con la tortura diaria de una existencia completamente limitada en acción y pensamiento.

El alba comenzaba a hacer acto de presencia, los pensamientos del músico viajaban entre el vaho dentro del pequeño espacio de su departamento. El teléfono sonó un par de veces anunciando mensajes entrantes que lo hicieron reaccionar y moverse de la posición en la que se encontraba hace tiempo.

Esperando encontrar el número de Namjoon en la pantalla del móvil, desbloqueó esta para ver con cierta decepción los mensajes que le habían llegado. Se trataba de una dirección y una invitación por parte de Jimin al café que ya conocía con antelación.

Respondió acordando la hora más próxima para no encontrarse con demasiada gente en las calles y recibió la confirmación minutos después siendo esta la indicación que esperaba para levantarse y asearse correctamente.

Desconocía los motivos por los cuales Jimin se había desaparecido tanto tiempo, no obstante agradeció que este no tuviera la osadía de buscarlo en el bar ya que desde ese día se había transformado en un sitio hostil e inseguro para cualquiera.

Ese hecho le oprimía el corazón, no importaba si el bar se trataba de un mero trabajo y no de un sueño propio que se había realizado, era su espacio desde el momento en el que comenzó a dedicarle tiempo y esfuerzo. Ver que todo aquello se estaba desmoronando frente a sus ojos le dolía e incrementaba más peso a la carga de los problemas que llevaba a cuestas últimamente.

El agua tibia rozaba su piel y se deslizaba hacia las baldosas frías, el contacto de estas con la planta de sus pies le hacía estremecer y desear que el agua estuviera un poco más caliente; sin embargo, dada la hora en la que se encontraba debajo de la regadera eso era imposible.

Enjugó cada parte de su cuerpo sin detenerse demasiado en una zona específica, únicamente se trataba de una ducha rápida y mecánica para no fastidiarse más tarde con su propia persona.

Ni siquiera consideraba necesario aquello, pues los días eran lo suficientemente fríos y él ya no salía con regularidad. La sensación de estar sucio no estaba presente en su cuerpo, pero por alguna extraña razón decidió permanecer otro poco dentro del baño sintiendo el agua tibia en su piel junto a la fragancia cítrica del jabón.

El agua, los aromas y el golpeteo casi muerto de su corazón le hacía recordar a Namjoon dentro del bar cuando aún era un completo desconocido para él. Aunque, ¿podría decir que lo llegó a conocer realmente? Yoongi no estaba seguro de poder afirmar aquello, no cuando la última vez descubrió algo que le había hecho dudar de absolutamente todo lo que tuviera que ver con él.

The Genius Bar [Namgi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora