TRES

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Se supone que no deben saber dónde vivo

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Se supone que no deben saber dónde vivo

ROWAN CAMINABA alrededor de la sala de estar bajo la atenta mirada de su hija que la seguía

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ROWAN CAMINABA alrededor de la sala de estar bajo la atenta mirada de su hija que la seguía. La noche anterior tuvo una visión mientas dormía donde se mostraba una fila de personas frente a frente con otra fila pero estas iban cubiertas por capas negras y rojas, aquello la inquietaba demasiado, había estado llamando a Ethan para preguntarle o por lo menos desahogarse un poco de aquella presión pero este no respondía.
Una llamada inesperada la saco de sus pensamientos, Harriet ya se encontraba tranquila en el sofá mirando sus dibujos animado favoritos, tomo su teléfono encontrándose con un número desconocido, un poco dudosa decidido responder esperando a que la otra persona hablara.

- ¿Rowan? - la voz de su hermana le hizo sonreír - Soy Bella, perdón por molestarte, solo te aviso que voy camino tu casa.

- ¿Que? - fue lo único que pudo decir antes de que la castaña decidiera colgar la llamada.

Rowan miró a su hija incrédula, la pequeña solo se encogió de hombros y continuó su búsqueda por los números siendo guiada por Dora la Exploradora. Demasiado inquieta y nerviosa se dedicó a recoger un poco el nulo desorden que había, lo único que quería era mantener su mente ocupada en lo que su hermana y quien sea que venga con ella, llegaba a su casa.
Suspiro al escuchar el timbre siendo presionado dos veces, pudo sentir una presencia, un corazón que latía frenético y un débil corazón latiente detrás de esta, se acercó a pasos lentos dudando de si misma, abrió la puerta encontrándose con la sonrisa de su hermana que se hizo más grande al verla frente a ella.

- Perdón por llegar de esta manera, pero no podía resistirme a tenerte cerca y no verte - la abrazo sin esperar respuesta.

El débil corazón de Rowna se conmovió por las palabras de su hermana, sin importarle cómo había llegado hasta su casa o quien le había dado su número los dejo entrar a su pequeño hogar. Dentro se mantenía cálido además de dar un ambiente acogedor, los guio a través de esta hasta llegar a la sala de estar donde la niña de ojos grandes y acento ruso se encontraba.

MI DESTINO ERES TÚDonde viven las historias. Descúbrelo ahora