VEINTIDÓS

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Oportunidad de explicar

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Oportunidad de explicar

EDWARD ESTABA FRENTE A Aro, levanto el mentor con aire orgulloso y le ofreció una mano al líder Vulturi como si le concediera un gran honor

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EDWARD ESTABA FRENTE A Aro, levanto el mentor con aire orgulloso y le ofreció una mano al líder Vulturi como si le concediera un gran honor. El líder vampiro parecía simple y sencillamente encantado, pero nunca llueve al gusto de todos. La mujer detrás de él revoloteaba nerviosa a la sombra de su señor. Las arrugas de ceño fruncido de Cayo eran tan hondas, que daba la impresión de que esa piel translúcida, fina como el papel, iba a quedarse arrugada para siempre. La pequeña vampiresa aun detrás de ellos exhibía los dientes, mientras a su lado, el joven de rostro pulcro que lucía similar a ella entornaba los ojos para concentrarse mejor.
Aro se acerco sin vacilar, las grandes sombras que proyectaban los luchadores de ropajes gris claro, tipo fornidos se hallaban a escasos metros. Edward tomo la mano de Aro con una sonrisa de desesperación; de inmediato cerro los ojos con fuerza y encorvó los hombros bajo el ímpetu de la primera oleada de información.

El Vulturi estaba enterado de todas las estrategias, todas las ideas y todos los pensamientos ocultos que el cobrizo hubiera leído en las mentes de quienes había tenido a su alrededor en el ultimo mes, de todo. Incluidos los momentos de él y Bella, también los encuentros y charlas con Rowan, ahi sería la primera vez que la vería.
Bella pensó en ello, en su hermana siendo vista por el vampiro líder de una clan de justicieros, siseo con frustración. El escudo se agito, reaccionando a su irritación, cambiando de forma y encogiéndose alrededor de los vampiros testigos.
Aro continuo concentrado en los recuerdos de Edward que, con los músculos del cuello agarrotados, también había agachado la cabeza mientras leía toda la información que su interrogador iba obteniendo de él, así como la reacción del anciano en todo aquello.

Esta desigual ida y vuelta duro tanto tiempo que el nerviosismo comenzó a correr entre los miembros de la guardia. Los murmullos crecieron entre sus filas, hasta que Cayo les ordenó guardar silencio con un brusco ademán.
Toda la atención se dirigió hacia Aro cuando se enderezó. Abrió los ojos enseguida con expresión sobrecogida y gesto precavido. No soltó la mano de Edward. Este tenia los músculos ligeramente relajados.

MI DESTINO ERES TÚDonde viven las historias. Descúbrelo ahora