03 | Descuidado

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-No, no Víctor por favor no hagas eso

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-No, no Víctor por favor no hagas eso... y lo entiendo estás molesto, es comprensible... - Athena cerró los ojos con fuerza y cuando Chelsea entró a su oficina, se dejó caer en el sofá gris con un semblante cansado.

Al otro lado de la línea, Víctor Haynes parloteaba acerca de lo mucho que aborrecía la situación crítica en la que se encontraba su matrimonio. Arrastraba las palabras y aunque la castaña no podía verlo, apostaba a que había estado bebiendo. No lo juzgaba, después de todo cada quien era responsable de su cuerpo y sus métodos para olvidar sus problemas pero Víctor tenía que entender que ella era su abogada, no su terapeuta.

La había llamado a una hora no muy decente, la había sacado de la cama y desde entonces no había parado de soltar todas las verdades que al parecer sólo el alcohol le daba el valor de aceptar. Incluso se había puesto a llorar y eso era lo peor porque Athena no tenía ninguna responsabilidad de consolarlo, aún así llevaba 3 horas pegada al teléfono.

Chelsea frunció el ceño cuando al pasearse curiosa por la oficina, notó que su escritorio era un desastre entre papeles y vasos desechables de café que ya estaban vacíos.

-Escúchame, Víctor lo arreglaremos ¿Sí? - se rascó una ceja, luchando consigo misma para no cortar la llamada de una vez - Sólo... ve a casa y duerme un poco. Programaré una cita y nos veremos el lunes... sí, adiós.

Colgó y de inmediato dejó caer el móvil sobre el sofá al tiempo que se llevaba las manos al rostro. El moño desordenado estaba medio deshecho, algunos mechones le caían sobre la frente y otros se perdían en las solapas de su chaqueta gruesa, esa que cubría la parte de arriba de su pijama.

-¿Problemas maritales? - preguntó la pelirroja con diversión mientras corría las persianas para dejar que entrase algo de luz al lugar.

Un suspiro frustrado brotó de los labios de la castaña.

-¿Sabes que es lo peor? - dijo ladeando un poco la cabeza en busca de oscuridad cuando sintió que los rayos del sol le obligaban a entrecerrar los ojos, Chelsea arqueó una ceja - Que ni siquiera es mi relación. No sé por qué dicen que es divertido, a mí me parece una pesadilla.

-No todos son Víctor y Greta Haynes - aclaró la ojiverde - Aún hay gente que vale la pena en el mundo, At - añadió de forma dramática y la castaña rió al tiempo que se ponía de pie.

-Seguro que sí. 

No quería comenzar un debate sobre relaciones con Chelsea porque ya lo habían discutido antes y sabía cómo terminaría. Simplemente pensaban diferente. Su amiga era una enamoradiza de corazón, que había tenido la suerte de conocer solo la mejor y más madura faceta de los hombres con los que se involucraba mientras que ella había salido de una relación de lo más tóxica, que la había dejado marcada de por vida y como si eso no fuese suficiente, a diario veía cientos de casos en los que el amor se desacreditaba por sí solo. 

Scars (Chris Evans)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora