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El último cumpleaños de Athena fue... bastante complicado.
Había pasado ya un año de la muerte de su padre, pero ese día la herida de la perdida volvió a doler. Y lastimó como nunca. Más que celebrar otro año de vida, fue una tortura; el primer golpe de realidad que le abrió los ojos y le hizo entender que la ausencia de su padre no era una pesadilla.
Pero debía ser fuerte, por Oliver y por su madre. Dos personitas que en ese momento necesitaban un pilar y no un gancho que los arrastrara más al fondo. Así que partió el pastel y sonrió para las fotos; incluso derramó unas cuantas lágrimas mientras le cantaban el "feliz cumpleaños". Luego se secó la cara y se apretó el corazón en un puño, colocándose la coraza de mujer sólida.
En lugar de tener razones por las cuales agradecer un año más de vida, intentó recordar los motivos por los que debía mantenerse en una pieza. Dura como un roble. Era difícil fingir que no le dolía cuando su hijo sí que celebraba su vida, cuando Oliver le regalaba esa sonrisa tan sincera y llena de amor, tan parecida a la de su abuelo.
Entonces Athena jamás se imaginó que un año después las cosas cambiarían tanto.
Aquel 16 de Mayo, se despertó nostálgica. Pero había algo diferente. La tristeza que sentía no era absoluta y tampoco eclipsaba la calma con la que retumbaban los latidos de su corazón.
Unos suaves toques en la puerta la animaron a sentarse, apoyando la espalda contra la cabecera de la cama.
—Adelante.
Giraron la manilla y acto seguido Oliver asomó la cabeza dentro de la habitación. Sus brillantes ojos verdes hicieron sonreír a Athena.
—¿Te desperté?
—No, cariño. Ven pasa — palmeó el colchón y cuando el pequeño empujó la puerta para entrar, se quedó sin aliento. Oliver le entregó la gran caja de chocolates antes de subirse con ella a la cama, seguía en su tierna pijama de Spiderman.
La castaña le pasó una mano por los rulos castaños y luego bajó la mirada al regalo. La tapa era transparente por lo que se podía apreciar el interior sin necesidad de abrir la caja, y lo primero que llamó su atención fue una galleta en forma de corazón, decorada en glaseado con la leyenda "Feliz cumpleaños" en el centro. Era la letra de su hijo.