22. Navidad y una confesión - Parte Dos

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"Maldito Urokodaki, cómo se atreve..." pensaba Sanemi mientras se encontraba en el centro del huracán que ahora era la fiesta de navidad en la mansión de los Rengoku. Uzui y Kanroji lo llevaban de ambos brazos emocionados hacia donde se encontraban los demás. El peli plateado fue presentado primero a Koinatsu, la prometida de Rengoku, luego al pequeño Seijuro a quien un asombrado Sanemi notó que era prácticamente una copia exacta de su hermano mayor, luego Uzui lo introdujo a sus tres novias, casi de inmediato, las tres chicas le recriminaron por la paliza que le había dado a su novio hace ya algún tiempo, haciendo que el chico de las cicatrices temblando pidiera disculpas y como consecuencia logrando que todas no pudieran contener más la risa para luego aclararle que era una broma ya que sabían que todo había sido para ayudarlo, sin embargo con una cara amenazante le dijeron que no le perdonarían si volvía a hacerle daño a Tengen, a lo que un aterrorizado Sanemi solo asintió con la cabeza.

- ¿Qué te hizo cambiar de opinión Sanemi? - se pudo escuchar a Iguro preguntar mientras lo miraba intrigado, aunque con una sonrisa, ciertamente disfrutaba ver a su amigo sufrir por la excesiva atención que sin querer solía atraer, ya que era consciente que no se le daba muy bien interactuar con la gente.

- Mis hermanos me obligaron a venir... básicamente no puedo volver hasta que la fiesta haya terminado... - respondió apenado.

- ¿JAJA en serio? - Preguntó Rengoku animado mientras abría los brazos - parece que Genya-chan logró lo que nosotros no pudimos, le debo una - Esto ocasionó que todos en el grupo se rieran mientras un rojo Sanemi no decía nada, solo estaba allí temblando.

- Y que lo digas Kyojuro, debemos asegurarnos de agradecerles a los pequeños Shinazugawa por este favor, mira a Sanemi, está aquí super elegante, aunque un poco tarde debo admitir pero nos vamos a divertir - decía Uzui mientras como mandaba la costumbre, cruzaba su brazo sobre los hombros de su malhumorado amigo mientras reía malévolamente.

Durante un breve momento, Sanemi sin poder evitarlo volvió a mirar a la bella Kanae, notó que ella lo miraba con una pequeña sonrisa, aunque aún no le había dicho una palabra.

- Sanemi, amigo mío, bienvenido, sientete como en casa, aunque es un poco tarde espero que puedas pasar un buen rato, Tengen, Mitsuri, porque no lo llevan a que coma algo y a que hable con nuestros compañeros de clase, no quiero que nuestro amigo se quede en una esquina haciendo mala cara - concluyó el anfitrión.

Al escuchar esto, ahora un pálido Sanemi miraba a su amigo con preocupación, estaba claro que ese era su plan y ahora había quedado a merced de esos dos.

- Como mande capitán - replicó alegre Uzui mientras con Kanroji hacían un saludo militar, como si estuvieran aceptando una misión y de nuevo cada uno tomó al peli plateado de un brazo para comenzar a arrastrarlo hacia el salón a pesar de las repetidas quejas de este, mientras las tres alegres novias de Sanemi los seguían ahora en un ruidoso y curioso grupo.

- Jaja eso fue cruel Kyojuro-san, sabes que esos dos harán sufrir a Sanemi - comentó Iguro.

- JAJA lo sé, pero necesito tiempo y de tu ayuda Obanai-kun, la inesperada llegada de Sanemi ha cambiado el panorama de esta fiesta ¿me prestarás tu ayuda?

- ¿De qué hablas? - En ese instante Iguro intrigado observó que Kanae y Rengoku estaban serios, así que se quedaron allí, hablando.

Mientras eso sucedía, el pobre Sanemi era arrastrado por todos lados. Primero Kanroji emocionada lo llevó al buffet de comida, éste se asombró de nuevo al ver toda la variedad de comida que había disponible, podía ver todo tipo de carnes, aperitivos y postres, era un verdadero festín, eso sin mencionar que podía repetir cuantas veces quisiera, Sanemi pensó que cuando la fiesta acabara podría pedirle a Rengoku que le permitiera llevar algo de esta lujosa comida para sus hermanos y para Himejima-san, al final intentó comer tanto como Kanroji, pero simplemente le fue imposible. Luego Uzui lo empujó al karaoke, a lo que Sanemi se negó rotundamente a participar, alegando que preferiría morir, aunque se quedó escuchando cantar a su extravagante amigo junto a sus novias. De allí el particular grupo lo invitaría a bailar, Uzui le decía que no debería ser tan tímido o no conquistaría a ninguna chica, le dijo que si quería podía ir a bailar con alguna de sus novias, o con la misma Mitsuri para molestar a Iguro, pero de nuevo ante la negativa del peli blanco, al final a lo único que lograron que accediera fue a dar una ronda para charlar con todos sus compañeros de clase, Sanemi sabía que debía quemar tiempo, y que aquella opción era la menos tortuosa ya que pronto sería medianoche y luego sólo quedaría esperar a que todos se fueran a sus casas.

Amores inconclusos - SaneKanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora