Capitulo 18. Pinceladas de amor

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Los dias de lluvia habian pasado, la tranquilidad de nuestro dia a dia, lejos de ser sofocante y aburrida, nos daba paz, nos daba luz.

Las clases continuaban, aveces me escapaba para verlo bailar, parecia que sus pies no tocaban el piso, como si sus manos fueran otra extensión para expresar su sentir, fue cuando Yakov apareció, me miraba serio, mientras yo observaba a mi omega, dar su clase - Puedo ver que se llevan bien Viktor.

- Nunca pensé lo contrario.

- Has dejado de tener esa aura sombria acompañandote, me alegro tanto por ti.

- Él hace milagros.

- Viktor eres feliz?.

- Soy demasiado feliz.

- Señor Yakov.. - el azabache habia terminado su clase, habia ido a mi al ver que estaba acompañado - es un gusto verlo.

- Quise venir a ver a Viktor, queria ver como se encontraba, lo veo muy feliz, con otro semblante, eres un omega increíble, tu amor y cariño ha hecho que mi muchacho brille de nuevo, mi gratitud es eterna.

- La gratitud es mía, por dejarme estar  su lado - aquel hombre se inclinó ante nosotros, se perdió entre los pasillos de la institución.

Hablaba de los escritores más famosos de la historia, tomando en cuenta los premios recibidos y la cantidad de traducciones de sus obras, cuando uno de los alumnos de Yuuri tocó la puerta, corri hacia aquel salon asustado, se habia desmayado, sentia que mi cuerpo se partía en dos, aquel omega era mi tesoro mas preciado.

Varios de sus alumnos lo rodeaban, el estaba sentado tomando un poco de agua, lo cargué sin que el pusiera resistencia, lo lleve al auto, mientras el se quedaba dormido, Christophe nos esperaba para revisarlo, tronaba mis dedos pensando que quiza se habia exigido demasiado, por un momento aquel miedo de que su omega volviera a entrar en depresión por aquel alfa llegó a mi, no podía soportarlo.

Mi amigo me llamó, su semblante era serio, mi omega lloraba, mis manos sudaban - Viktor... lamento decirte... que tus andadas han terminado.

- Perdon?.

- Yuuri esta embarazado, serás padre - me quede con mi mente en blanco - Vamos hombre reacciona, por Dios.

Me acerqué a su lado, seque sus lágrimas, le di un beso en su frente, en sus manos, en su vientre - Felicidades... se que sera un bebe hermoso como tu.

- Espero que tenga tus ojos, Viktor.

- Espero tenga tu amabilidad y fuerza.

Una pequeña manchita se veia en la pantalla congelada, una manchita que nos uniria para siempre, esta mal sentirme estúpidamente feliz?.

La casa pronto se convirtio en un lugar colorido, compraba ropa, accesorios, imaginando como seria su cara, tendrá su hermosa sonrisa?, cómo sera su cabello?, cómo serán sus ojos?.

Ropita acomodada, muebles nuevos en una habitación para el, calcomanías de animalitos en la pared, todo lo que pudiera demostrar lo mucho que amabamos su presencia, un aroma en el aire, un aroma a arándanos, en la casa, no podía afirmar que aquel ser fuera un alfa, ni tampoco un omega, tomando en cuenta mi aroma inusual para ser un alfa.

Su vientre comenzó a abultarse, ese pequeño ser era esperado, regalos de los alumnos, de profesores, incluso de Giacometti estaban esperando por el, veiamos un drama, el azabache lloraba por la felicidad del protagonista, pero se quedó quieto, mirando a la nada, no tardó demasiado en tomar mi mano y llevarla a su vientre.

Pinceladas, aquellas manitas pintaban sueños bajo su piel, daban pinceladas de amor haciéndose notar.

Suspiré feliz - Te amamos - dije en su vientre antes de depositar un beso.

- Si... te amamos - añadió mi compañero.

Un niño lleno de energía que se alborotaba al oir mi voz, un niño que seria el tesoro mas grande, una prueba de nuestra existencia, de que pasamos y vivimos en este mundo cuando ya no estuviéramos más.

Los antojos nocturnos eran mi pesadilla, salir a media noche buscando un autoservicio que tuviera lo mas inusual e ilogico.

Su cara feliz al ver su sueño materializado para comerlo, mientras su alfa caia rendido a su lado, despues de varias horas sin poder dejar de caminar.

Solía visitarme en la universidad, se veia hermoso, porque dentro de el, crecía Daniel, nuestro hijo, y porque dentro de el, crecía amor.

La vida es hermosa, lo supe a su lado, el nació un 12 de septiembre, siendo las 9 am, esperado por todos, añorado con todo el corazón, llorando fuertemente, siendo un bebe sano - Mami, su pequeño quiere conocerte - dijo Giacometti, antes de darle a Daniel a Yuuri, lo miraba como si se hubiera enamorado de nuevo, sus labios temblaban, cuando besó su frente, al igual que mi corazón.

Su cabello azabache alborotado movia a mi lobo desesperado, no importa si es alfa, u omega, los cuidaría por igual, porqué incluso un alfa, necesita el amor de un padre, lo cargué me sentia torpe, sus deditos apretaron mi dedo cuando tocaba su carita, sus ojos se abrieron dejandome ver sus ojos de cielo, rei emocionado, y un beso le dejé en su frente.

Su cuarto lo esperaba, su ropa, sus juguetes, todo lo que con tanto amor le habiamos preparado, porque queria que el creciera fuerte, pero con mucho amor, tanto, que lo hiciera un hombre bueno, un hombre transparente, un hombre lleno de valor y principios.

Llegamos a casa, la adorne con globos dandoles la bienvenida, Makkachin ladraba y saltaba feliz cuando el nuevo integrante de nuestra pequeña familia llegó.

Habian pasado 6 meses desde que el nació, era un pequeño silencioso, podia estar despierto mirando sin siquiera llorar, Yuuri le daba de comer su papilla, Daniel reia demasiado, cuando veia a Makkachin saltar para verlo, las noticias de las 8 sonaban en el departamento, anunciando el clima para 19 de diciembre, el timbre sonó justo cuando aquel programa matutino comenzaba, caminaba a abrir con una taza de te en mi mano, fue aquel dia, cuando un fantasma estaba frente a mi, un fantasma con cabello rubio y ojos de jade, Yuri Plisetsky, habia tocado la puerta.

Se esfuma tu amor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora