Vanesa dejó a Antonio con Esperanza y se dirigió a su mesa, haciéndole señas al camarero en el camino. Necesitaba un trago. Preferiblemente uno grande, y fuerte. Algo que la hiciera despertar y darse cuenta de que todo esto era un mal sueño. En su lugar, recibió una dosis de fría realidad.
- Mónica es una mujer hermosa.
La voz áspera sobre su hombro izquierdo le trajo desagradables recuerdos. Vanesa no podía recordar la última vez que su padre la había elogiado. No importó lo que intentara, nunca pudo estar a la altura de sus expectativas. Diecisiete años atrás, cuando le dijo que era bisexual, un gesto desagradable le cruzó por la cara, pero al menos tuvo los buenos modales como para no decir nada hacia el exterior. En su lugar, no dijo nada en absoluto. Ni una sola vez desde entonces le había proferido algo remotamente personal.
Francisco Martín elegantemente se sentó en la silla a su lado. Tenía el vaso medio lleno, y sospechaba que era la única bebida que había tomado esa noche. Su padre nunca perdía el control. Su rostro estaba más bronceado que la última vez que lo había visto. Debía estar pasando más tiempo en el campo de golf, pensó insulsamente. Desde que se había retirado cuatro años atrás, jugaba dieciocho hoyos de golf por lo menos tres veces a la semana, a veces más. Todavía tenía el cuerpo impecable, firme como un clavo que tenía en sus veinte años, y un que otro rastro gris alrededor de sus sienes, el pelo no traicionaba el hecho de que tenía sesenta y siete. Vanesa no había estado segura de quererlo en la boda, pero Mónica había insistido. No queriendo entrar en detalles sobre su relación con su padre, accedió.
- Sí, lo es - respondió Vanesa, sorprendida de estar de acuerdo con él en algo. No habían tenido una conversación que no terminara en una gran discusión en años. Él siempre tenía que ganar. Ella era sin duda la hija de su padre.
- Una mujer muy hermosa - reiteró él.
El pelo en la parte posterior del cuello de Vanesa se elevó. Algo en su tono, la forma en que dijo el nombre de Mónica, no estaba bien. Su padre era un mujeriego, lo sabía por un incidente durante su adolescencia. Había ido a su oficina un día para darle una sorpresa con su temprana admisión a una de las universidades más prestigiosas del país, y los vio entrar en un taxi, a su padre y a otra mujer. Vanesa paró un taxi también, y los siguió hacia un hotel. Ellos no la vieron. Mierda, estaban tan compenetrados el uno en el otro que no hubieran visto un elefante en el vestíbulo. La pelirroja era tan alta y elegante como no lo era su madre. Él pensaba que estaba engañando a todo el mundo. A menudo se preguntaba si su madre había sospechado algo. Un escalofrío corrió por su piel al pensar que tenía a Mónica en su mira.
- Tengo suerte de tenerla - Vanesa no pudo pensar en otra cosa que decir.
Él asintió con la cabeza, sus ojos nunca dejando a Mónica.
Sí, cualquier hombre estaría orgulloso de tenerla en su brazo - respondió a su hija.
Ese era el meollo de todo lo relacionado con su padre. Estaba tan inmerso en la apariencia y el estatus que era casi cómico. Había sido abogado durante toda su vida, progresando a socio de una de las más prestigiosas firmas de abogados de Madrid. Con esa posición llegó el poder, el dinero, y el ego. Todavía iba sobrado de los tres.
A pesar de que nunca habían discutido el tema, Vanesa conocía a su padre lo suficiente como para entender que él estaba horrorizado de que una mujer tan bella como Mónica se "desperdiciara" a sí misma con otra mujer. En su opinión, lo único que necesitaba era un buen hombre que le demostrara lo que realmente necesitaba, y lo más probable es que pensara que él era ese hombre.
- Estoy inaugurando Gateway el próximo mes - afirmó Vanesa, para cambiar de tema y alejar su atención de su esposa. Funcionó.
- ¿En serio? ¿Cuánto tiempo has estado trabajando en ese negocio? ¿Uno? ¿Dos años?
Vanesa sabía que lo que realmente él quería decir era algo como "Ya era hora. Cualquier otra persona habría completado la Fase 1 a esta altura"
- En realidad han sido diez meses. La de Joaquín Sabina era la última propiedad que necesitaba.
- ¿Cuál era su atasco? ¿Te tenía de los pelos sabiendo que necesitabas de su tierra?
Su padre siempre había sido borde cuando hablaba con ella. Nunca hablaba de esta manera con sus hermanos.
- No, en absoluto. De hecho, se decidió finalmente por un precio que pienso que está muy por debajo del valor de la propiedad - Vanesa se había sorprendido esta mañana cuando Joaquín tachó su precio de la oferta y lo bajó varios millones de euros.
- Debe de haber algo malo con ella que tú no sabes.
Su padre estaba dando a entender que ella no había hecho su tarea, lo que era cualquier cosa menos el caso.
- No hay nada de malo con la propiedad. Joaquín simplemente no estaba listo para vender, y ninguna persuasión o dinero iba a hacerlo cambiar de opinión - dijo Vanesa, defendiendo a Joaquín con la verdad.
- Bueno, cualquier otro estaría a medio camino de terminar a esta altura - Francisco se puso de pie y dejó la copa sobre la mesa -Creo que voy a bailar con la novia.
Casualmente se acercó al lugar donde Mónica estaba bailando con su jefe, Raphael, y dudó solo un poco cuando él la invitó a bailar. Pero Mónica parecía rígida, no fluida y relajada como lo estuvo con todos los otros invitados con los que bailó.
Vanesa hizo una seña al camarero para que le trajera otra bebida. Su padre era una serpiente. Ella lo sabía, sin embargo, continuaba tratando de conseguir que aprobara su vida y su valor como su hija. Mientras que otros padres amaban incondicionalmente a sus hijas, el suyo estaba decepcionado, probablemente incluso avergonzado porque era bisexual, o lesbiana, como él solía asumir.
Vanesa era un éxito en todos los sentidos de la palabra, y no necesitaba un psicólogo para saber que algo andaba mal con el hecho de que seguía buscando la aprobación de su padre.
Vanesa fue en busca de su madre, a quien encontró en el bar. La ligera torpeza de sus palabras convencieron a Vanesa que no estaba ordenando su primer o incluso segundo cóctel.
- Mamá, te he estado buscando - dijo Vanesa, en realidad no lo había hecho, pero era una buena apertura.
- Vanesa, aquí estás. Francis y yo hemos estado buscándote por todas partes. Él quiere hablar contigo acerca de algo. No puedo recordar de qué - dijo su madre, mientras tomaba el cóctel del camarero. Vanesa le indicó que era la última bebida que debía servirle.
Vanesa sostuvo su brazo mientras caminaban hacia Francis y Lourdes, su novia.
- He estado hablando con papá.
- ¿Dónde está tu padre, de todos modos? Apenas lo he visto toda la noche - Toñi miró vacilante a su alrededor - Ahí está, bailando con tu Mónica. Vanesa, todavía estoy avergonzada por ti por no habernos dicho siquiera que estabas viendo a alguien, y mucho menos que era lo suficientemente serio como para casarte con la chica. Si no te conociera diría que tuviste que casarte con ella.
Vanesa sabía que su madre no tenía idea de Joaquín Sabina y sus cuatro hectáreas, pero se sintió sensible con la observación aún así.
- Madre...
- No me vengas con "madre" a mí. Admito que no sé lo que hacen ustedes dos, o cómo lo hacen, pero si tu fueras un hombre, yo juraría que Mónica está embarazada y tuviste que casarte con ella.
- Mamá, las bodas a punta de pistola pasaron de moda hace cuarenta años.
¿O no lo hicieron?
...
Mañana tenéis otro capítulo! Dejadme vuestras opiniones sobre la historia, nos leemos en los comentarios!!
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Solo un negocio
RandomLo que debería haber sido únicamente un tema de negocios se convierte en mucho más cuando dos mujeres acuerdan un trato que cambia sus vidas. Adaptación Vanica, todos los derechos reservados a la autora.