Capítulo 30

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Mónica trataba de no tenerle aversión a su suegro, pero él lo estaba haciendo realmente muy difícil. Desde que había conocido a Francisco, algo en él le ponía los pelos de punta. Trató de no leer demasiado en sus comentarios o en la forma en que la miraba, pero finalmente tuvo que admitir que él estaba haciéndole una jugada. 

Su mano vagó un poco demasiado bajo para lo que se consideraría apropiado, y cuando la atrajo más cerca hacia él, los comienzo de su erección le dieron ganas de vomitar.

- Vanesa por fin va a comenzar su próximo proyecto - Mónica había intentado hablar de cualquier cosa, pero Francisco sólo le daba respuestas de una sílaba, y no muy lejos de su oreja. Este tema, sin embargo, pareció despertar su interés.

- Sí, me lo ha dicho. Ya era hora de que pusiera en marcha ese asunto. No sé que es lo que le ha tomado tanto tiempo. Debió haberlo comenzado meses atrás.

Mónica se sintió aliviada de que sus pensamientos se habían desviado, por lo menos por el momento.

- Todavía estaba negociando con Joaquín.

- Bueno, no sé lo que ella le ofrecía, pero tiene que haber sido insultante para que haya tomado tanto tiempo en cerrarse. No se puede subvaluar un acuerdo sin que se vuelva a morderte en el culo.

- Estoy segura de que Vanesa ha hecho lo que necesitaba. Todo lo que importa es que Joaquín firmó los papeles esta mañana y no podía estar más feliz - contestó Mónica, mientras por dentro rogaba que la canción terminara pronto.

- ¿Y qué hay de ti? ¿Estás feliz?

Ella se apartó y miró a Francisco, sorprendida por la pregunta.

- ¿Por qué no lo estaría? - Mónica odiaba responder a una pregunta con otra pregunta, pero se negaba a darle nada.

- Eres una mujer muy hermosa, Mónica. Podrías tener a cualquier hombre en la sala, probablemente cualquier hombre sobre el que fijaras tu mirada - soltó el señor Martín, mientras sus ojos analizaban su cuerpo para enfatizar su punto.

Ahora él definitivamente no le gustaba. Vanesa le había contado de su indiferencia hacia su vida y estilo de vida, pero no se esperaba que la tratase así.

- Pero yo quiero a su hija.

Una mirada ácida cruzó la cara de quien ahora era su suegro, y luego desapareció.

-  Ese es exactamente mi punto.

Mónica estaba cansada de darle vueltas al asunto - Francisco, ¿qué está diciendo realmente?

Su expresión era calculadora - Estoy seguro de que Vanesa te ha dicho que no apruebo su orientación.

- Ella nunca dijo tal cosa. De hecho, rara vez habla de usted, y sólo lo hace si está relacionado a Toñi.

Mónica había conseguido que Vanesa finalmente hablara sobre sus padres hacía sólo dos semanas. Se habían encontrado con sus hermanos varias veces, pero nunca con Francisco y Toñi. Vanesa había descripto a sus padres como "difíciles". Al principio Mónica pensó que simplemente estaba alejada de ellos, pero después de pasar unas horas con ellos ayer, y esto hoy, estaba de acuerdo con ella.

Sin decirlo, Toño abrazaba la creencia de que nunca se podía ser demasiado rica ni demasiado delgada. Estaba segura de que esto había sido por influencia de su esposo, ya que Vanesa le tenía mucho aprecio y en aquella charla también le había contado algunas cosas de su niñez que recordaba con cariño, y en la mayoría estaban incluidos sus hermanos y su madre.

Francisco era arrogante. Era evidente que él estaba acostumbrado a que la gente estuviera en torno a él. Toñi incluida, saltando a cada uno de sus requisitos. Apenas había sido social en la cena de anoche, y hoy había estado peor aún, prácticamente ignorando a Vanesa. Mónica lo había visto con sus otros hijos, a quienes obviamente adoraba, especialmente a Antonio, el más pequeño. Su rostro se iluminaba cada vez que le hablaba o que lo miraba. Incluso con sus tantos años era evidente que aún era el niño de papá.

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