XVIII

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—¡Zakael!

El castaño se apareció rápidamente en la habitación de Karen, al escuchar que gritaba su nombre, y la miró preocupado.

—¿Qué pasa? ¿Qué tienes?

—¡Tienes que ver lo que puedo hacer! —exclamó riendo, antes de verter un poco de agua en la palma de su mano—. Mira esto.

La futura madre observó fijo el agua en su mano, y ésta poco a poco comenzó a levitar, antes de tomar forma de un pequeño pez. Karen sonrió ampliamente, antes de continuar mirando al pez, y lo dirigió hasta Zakael.

—Pon tu mano, ábrela.

Él hizo lo que ella le estaba pidiendo, y cuando la figura tocó la palma de su mano, se deshizo.

—¡¿Viste lo que puedo hacer?! ¡Ahora hago magia como tú! —exclamó sonriendo, orgullosa de si misma.

—Es por la energía del bebé.

—¿Es por él?

—Sí —sonrió levemente—. Su energía, que se mezcla con la tuya, te permite hacer este tipo de cosas.

—¿Y qué más puedo hacer? ¿Cuándo él nazca ya no podré seguir haciendo magia?

—Probablemente no, ya que es él quien te lo permite. Y no sé qué más podrías hacer, pero... Creo que será mejor que no sigas intentándolo.

—¿Por qué no?

—Porque es la energía del bebé, y al ser tan pequeño aún, podría perjudicarlo, ser peligroso para él.

—Tienes razón, que estúpida —pronunció preocupada, apoyando ambas manos sobre su pequeño vientre—. Lo siento pequeño, no volveré a intentarlo.

Zakael se acercó a ella, y apoyó una de sus grandes manos sobre las de Karen, antes de mirarla y sonreír.

—Él está bien, descuida.

—¡Dijiste él! Te dije que sería varón —sonrió divertida, antes de sacarle la lengua.

—Deseaste tanto que él fuera varón, que es lo que se formó.

—Mira, Zak, yo sé que tú querías una niña, pero sólo piénsalo por un segundo. Si el bebé hubiese sido niña, su vida sería una completa mierda. Más de uno se disputaría tenerla, o incluso podría ser secuestrada y utilizada por todos, para procrear. ¿Serías feliz con eso? ¿Sabiendo que sangre de tu sangre es ultrajada una y otra vez?

La miró a los ojos, y luego negó con la cabeza.

—No, no podría imaginar que una versión más pequeña tuya, inocente, pura, pudiese pasar por algo así.

Karen sonrió suavemente, y negó con la cabeza, antes de apoyar una de sus manos sobre el pecho de él, y darle una suave caricia.

—No nos pongamos sentimentales, que nosotros no somos así. Y mejor, vayamos a tu taller ¡Ya quiero ver la cuna para nuestro hijo! —sonrió.

—Estaba trabajando en ella, hasta que gritaste.

—¿Te asustaste? —sonrió divertida.

—Por supuesto que sí.

—Vas cambiando, grandulón, y me gusta eso —sonrió dándole unas palmaditas en el hombro, antes de pasar junto a él y dirigirse al taller de Zakael.

El castaño la siguió por detrás, y sonrió levemente. Sí, ambos estaban cambiando, y sabía que ese bebé, cambiaría aún más las cosas.

—Ahora que tenemos la certeza de que será un niño, deberíamos pensar en su nombre.

—Pues tú ya elegiste su sexo, lo justo sería qie yo le elija el nombre.

—Pero que no sea ridículo, sólo eso te pido —le dijo rodando los ojos.

—Al segundo podrás elegirle tú si quieres.

—Todavía no nació el primero y ya piensas en otro. Sigue soñando, grandulón.

...

MikaelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora