XXVIII

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Observó las cenizas de lo que fue el cuerpo de su hija, y desapareció del sótano, apareciendo en el centro de un altar de sacrificios, rodeado por muchas criaturas femeninas, que lo estaban esperando.

—¡Queridas hermanas! Hoy tendremos un gran regalo para nuestro padre, uno enorme —pronunció divertida la Unkiala principal—. Lleno de vitalidad, de energía divida —sonrió apretando las mejillas de Mikael con sus largos y grises dedos.

—¿Podemos disfrutarlo antes de darlo?

—¡Si! Hace mucho tiempo no estamos con un hombre, por favor, Bakiela.

—Podemos compartirlo, un poco cada una.

Los murmullos se hicieron escuchar en todo el ambiente, antes de que la principal emitiera un grito de advertencia, que las calló a todas.

—¿Qué parte de que es un sacrificio no entienden? ¡Nadie puede tocarlo! Pero, podemos deleitar nuestros ojos —sonrió, antes de reír con burla—. Quítate toda la ropa, queremos observar tu delicioso cuerpo.

Con la mirada perdida en algún lugar, el rubio se quitó la túnica que llevaba puesta, y luego su ropa interior, quedando completamente desnudo frente a ellas.

—Miren que bonitos ojos —sonrió—. Estás tan quebrado por dentro. Se nota que tus decisiones tienen un enorme peso sobre tu consciencia ahora ¿Verdad?

Al no recibir respuesta, borró la sonrisa de su rostro, y de un ademán con su mano, le quebró los huesos de sus rodillas, haciéndolo caer al suelo, emitiendo un grito de dolor.

—Denme la daga, es hora de ofrecer nuestro sacrificio. Haremos fluir toda su energía primero, y luego cortaremos su cuerpo por completo.

***

—¿Qué fue ese grito? —preguntó asustada Karen, abrazando a su bebé contra su pecho.

Zakael la observó, y le fue imposible ocultar la preocupación que le causó aquello.

—¿Qué está pasando? ¿Qué es eso que se siente? Tranquilo, Ren, todo está bien —le dijo en un tono suave a su bebé, cuando éste comenzó a llorar.

—Alguien está por morir —pronunció bajo.

—Creí que ustedes no morían, y por su grito, está sufriendo.

Un gritó más grave se escuchó en ese momento, que se distorsionó rápidamente, sonando de una forma aterradora.

—Zak, eso no es normal ¿Qué es lo que está pasando? Ese... Ese sonido en serio me está causando miedo, mira —le dijo enseñándole la piel de su brazo.

—Debo sacarlos de aquí.

—Pero que es lo que está pasando, dime.

—Eso que oyes es un sacrificio.

—¿Un sacrificio? ¿Pero por qué diablos sacrifican personas? ¡¿En qué época se creen que viven?! ¡Hay que ayudarlo!

—Ya no hay nada que podamos hacer por él. Aquí lo único importante son ustedes, y debo esconderlos.

—¿A dónde iremos? ¿A casa de Mikael y Erika?

—Karen, los gritos que hemos oído... Son de Mikael.

***

Horas después

—¿Cómo fue que un grupo de Unkialas capturaron tan fácilmente a un consejal como Mikael? Esto no tiene sentido —pronunció un oficial, buscando el cuerpo del muchacho.

—No lo sé, yo tampoco lo entiendo —expresó en un tono bajo Zakael, acompañando al grupo de oficiales.

—Lo peor de todo, es que por esto seremos maldecidos otro siglo más. Malditas y asquerosas Unkialas —pronunció con desagrado uno de los oficiales.

—Un siglo hubiese sido en el caso de un Gianmat normal, pero Mikael era un Takeil, el castigo son quinientos años más —lo corrigió con rabia otro.

—¡Malditas desgraciadas!

Zakael observó en silencio la zona, y gracias a su habilidad de ver en pequeños fragmentos el pasado cercano, pudo revivir los últimos momentos de Mikael.

—¿Que ve, consejal? —preguntó un oficial, al ver los ojos del castaño brillar en un tono ámbar.

—No lo capturaron, él se entregó —pronunció con pesar.

—¿Qué? ¿Cómo que se entregó? ¡¿Entonces nos engañó a todos?!

—No, ellos tenían una especie de contrato. No sé qué le dieron, pero ese fue el pago —expresó en un tono bajo, viendo como le clavaban una y otras vez la daga por todo el cuerpo, para drenar su energía.

—¿Quién podría ser tan estúpido de aceptar algo así? Y además, no tiene sentido lo que haya conseguido, si perdió la vida.

Zakael se acercó hasta donde el recuerdo del cuerpo de Mikael estaba, y se puso de cuclillas en el suelo, tocando con la palma de su mano, donde estaba su rostro.

"—Asesiné a mi hija, merezco este castigo. Espero puedas entenderme, Zak... Cuida mucho de tu familia, y pide por el descanso eterno de mi niña, necesita que alguien lo haga. En el sótano de mi casa están sus cenizas, tú sabes que hacer con ellas. Erika ya no está aquí. Adiós, compañero."

La mirada del castaño expresó la tristeza que sentía en ese momento, al ver el mensaje que Mikael le había dejado. Él sabía que Zakael formaría parte del grupo de rescate.

—Consejal ¿Sabe dónde está el cuerpo de Mikael?

—Fue destruido, consumido por el fuego, y sus cenizas esparcidas en tierra de las Unkialas.

—¿Eso quiere decir que perdimos su habilidad? ¡Maldita sea!

—Mi trabajo terminó aquí, les dejo el informe a ustedes —le dijo antes de desaparecer.

Debía ir al sótano de la casa de Mikael, y darle paz a los restos de la bebé. De lo contrario, la niña viviría eternamente su muerte una y otra vez.

...

MikaelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora