XII

3.1K 472 35
                                    

—¿Quieres que te ayude?

—No, no hace falta, yo puedo solo.

—Lo sé, pero me gusta ayudarte. Es aburrido no hacer nada en todo el día, y más con días tan largos.

—De acuerdo, pásame ese tarro de allí —le dijo señalando un estante.

Erika asintió con la cabeza y buscó un banquito de madera que Mikael le había hecho para que ella pudiera alcanzar los estantes más altos.

—Zakael vino hace un rato, sólo estuvo un momento.

—¿Pasó algo con Karen? ¿Ella está bien?

—Sí, ella está bien, está embarazada.

—¡¿Qué?! ¡¿Embarazada?! ¡No puedo creerlo!

—Sí, ellos tendrán un bebé —le dijo buscando unas hierbas.

—¿Y como está ella? ¿Está bien de salud? ¿Y el bebé? Por favor, Mikael, habla con Zakael, en serio me gustaría mucho poder hablar con ella, verla.

—Ella está bien, pero intentaré convencerlo para que te deje verla.

—Gracias ¡Y no puedo creerlo! —pronunció sorprendida, antes de reír—. Tendrá un bebé, más allá de la horrible circunstancia, ella siempre quiso un hijo.

—¿Y tú?

—Lo habíamos hablado con Paul alguna vez, pero ninguno de los dos quería. Ahora que ya no lo tengo, y que mi destino aquí es únicamente parir, no tengo más opciones —le dijo borrando la sonrisa de su rostro—. ¿Hoy lo volveremos a hacer? ¿Debo tomar ese brebaje antes o después de tener sexo?

—No, no lo haremos —le dijo antes de salir del sótano.

***

—Creo que ya me encariñé con ustedes —sonrió mientras le daba de comer a los insectos extraños de Mikael—. Tienen su encanto particular, exótico, supongo.

Se sentó frente a la enorme pecera luego de darles de comer, y movió suavemente sus piernas que colgaban del asiento, viendo a los bichitos comer e interactuar entre ellos.

Era lo más "divertido" que tenía para hacer durante el día.

Mikael se asomó por la puerta de la habitación, y la observó sonreír, antes de escucharla reír, al ver que un grupito se estaba disputando una migaja.

—No se peleen, puedo darles otra más —pronunció divertida, tomando el frasco con alimento.

Era instantáneo, automático, ella lo veía, y toda expresión se borraba de su rostro, por una monótona. Entró a la habitación, y Erika dejó de sonreír.

—Veo que ya alimentaste a los Cogurs.

—Ah sí, ya están terminando de comer —le dijo dejando el frasco con alimento en una alacena.

—Hablé con Zakael, mañana podremos ir a su casa, para que visites a Karen.

—¿En serio? ¡Muchas gracias! —exclamó sonriendo—. Ya quiero verla, y hablar con ella, saber cómo está.

Él sonrió levemente, y Erika desvió la mirada, volviendo su vista a la pecera de los insectos. Mikael la observó por un momento, y luego tomó un frasco con semillas que había allí, antes de salir de la habitación.

No, Erika no podría enseñarle jamás lo que era el amor, pero sí sentimientos que tampoco había conocido antes, como el desprecio, la inseguridad.

Fue hasta su sótano, y tomó su viejo libro, siguiendo un fórmula. Tal vez, en algún momento podría encontrar la forma de hacerla regresar a su mundo.

...

MikaelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora