XI

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"—Te amo.

—Y yo te amo tanto a ti también —sonrió, mirándolo a los ojos—. Eres lo más hermoso que tengo en la vida —le dijo antes de tomarlo del rostro y besarlo, y que él le correspondiera."

Alejó su mano de la cabeza de ella, y la miró aturdido, sintiendo que no podía  respirar, por todos los sentimientos que había sentido en ese recuerdo de ella.

Erika abrió los ojos, y lo miró confundida, aún algo adormilada.

—¿Qué pasa?

Mikael negó con la cabeza, antes de mirarla.

—Antes de venir aquí, tú... ¿Tú amabas a alguien?

—Ah... Sí.

—¿Y qué sientes ahora? ¿Lo sigues amando?

—¿Tú crees que él me seguiría amando luego de acostarme contigo?

La miró a los ojos, y extendió una de sus manos hacia la de ella que estaba junto a la almohada, sin que Erika la apartara.

—Cierra los ojos un momento.

Y la castaña lo hizo, sin siquiera preguntar por qué. Los ojos de Mikael brillaron de aquel modo único, y volvió a entrar en sus recuerdos.

"—No, no me hagas cosquillas —rio intentando quitárselo de encima, haciendo reír al muchacho también, antes de soltarla y besarla."

"—Me haré este corazón, porque contigo aprendí lo que es amar —sonrió de forma sincera la castaña—. Y siempre que lo miré pensaré en ti, no importa que no estemos juntos."

"—P-Paul, te amo —gimió, abrazándose fuerte a su espalda, sintiendo que estaba tan cerca de alcanzar su orgasmo."

Mikael alejó su mano de la de ella, y se alejó de la cama, ante la confusa mirada de Erika.

—¿Qué pasa?

—N-Nada —le dijo antes de salir de la habitación.

Así que eso era amar, ahora entendía porque ella no podía enseñárselo.

***

Había logrado hacer unas paletas caseras de limón, y se sentía muy feliz por eso. Sin contar con que Mikael le había permitido salir al patio un rato, mientras el conjuraba solo en su sótano.

Se había hecho una hamaca, y ahora estaba disfrutando de su dulce favorito, y una bonita tarde, hamacándose suavemente. No estaba embarazada, el rubio se lo había confirmado, lo cual era un alivio... Pero eso también significaba que tendrían que volver a hacerlo.

Suspiró y se llevó la paleta a la boca, antes de cerrar los ojos y hamacarse, intentando olvidarse de todo por un momento.

Dentro del sótano, Mikael estaba leyendo un antiguo libro, cuando Zakael se apareció, tomándolo por sorpresa.

—¿Qué haces aquí? ¿Por qué entras a mi casa sin permiso? —le preguntó serio.

Pero la sonrisa en el rostro del castaño, realmente lo desconcertó.

—La hembra está embarazada, ella tendrá a mi descendiente.

—¿Karen está embarazada? —preguntó sorprendido.

—¡Sí! ¿Puedes creerlo? El primer niño en cuatrocientos años ¡Será mi hijo! —pronunció sin poder dejar de sonreír—. No podía esperar para contártelo.

—¿Y cómo está ella?

—Bien, mientras cumpla con sus caprichos, ella está bien. Pero eso es lo de menos, tendré un hijo —sonrió.

—Felicidades —pronunció bajo, fingiendo una leve sonrisa.

—¿Y Erika? ¿Aún no queda embarazada?

—No.

—Que bueno que insististe que me quedara con la otra entonces —sonrió divertido—. Tal vez no están haciendo algo bien.

—Sé como se hace un niño, Zakael —pronunció serio, molesto.

—¿Y lo hacen todos los días?

—Eso no te importa a ti. Me alegro por tu noticia, ahora largo —le dijo antes de hacerlo desaparecer.

¿Todos los días? Lo habían hecho una única vez  en casi un mes viviendo juntos.

...

MikaelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora