Capítulo 9.- FOBIAS

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El hermosos sonido de la melodía junto con la brisa latente bajo el frondoso árbol de las edades, lograban trasmitirle demasiada paz a Kirinmaru, el cual desde hace tiempo disfrutaba del paisaje diferente al mar y todo gracias a cierta cachorra que se encontraba absorta dedicando esa melodía a su madre, ese ser que indirectamente los ataba por sentimientos completamente diferentes. Aun recordaba como concordaron él y la castaña estos encuentros que al principio fueron preparados por él, para volver a molestarla no negaba que su compañía era grata incluso reconfortante. Pero no debía de bajar la guardia, así como ella lo hacía, aun existía esa profecía la cual dictaminaba su muerte a manos de un ser ni humano ni demonio, pero hace tiempo comprobó que las nietas de InuTaisho tenían gran potencial solamente que les faltaba mucha preparación. Abrió sus ojos al ver frente a él como la amatista tenía ese semblante tan parecido a Sesshomaru, pero sus expresiones si mostraban algo: Dolor, el cual fue provocado por su hermana y él.

Setsuna desde hace tiempo no le importaba tocar el violín, para el yokai rojo que siempre llegaba en los momentos en que siempre deseaba permanecer cerca de su madre, lo que sorprendía a la joven es que Sesshomaru sintiendo la presencia de ambos no haya intervenido aún. Porque estaba segura que el yokai blanco sabia de la existencia de sus encuentros con Kirinmaru, aunque no se podría decir así, porque simplemente llegaba el pelirrojo con su forma adaptada a humano se sentaba en el árbol cerrando sus ojos y por muy desconcertante que sonora esperando que ella comenzara con la melodía.

- ¿Deseas ver a tu madre, cachorra? – la sola mención de su progenitora hizo que detuviera sus movimientos y mirara directamente a Kirinmaru que se encontraba en la misma posición. – Sabes, puedo entrar dentro de este árbol si es tu deseo verla.

El hombre que se encontraba casi recostado con sus dos brazos cruzados detrás de la nuca abrió sus ojos viendo una mezcla de emociones en la castaña, pero vio una en específico que no le agrado nada.

- No tengas miedo, mi intención nunca ha sido matar a Rin. – Setsuna sintió algo raro cuando el yokai hablo con tanta familiaridad respecto a su madre. – A parte Sesshomaru no se encuentra custodiándola sino su locayo el enano verde.

- Se llama Jaken. – no le gusto la forma en que se refería al pequeño yokai. – Si tus intenciones son buenas, ¿Por qué nos separaste desde un principio? Además, Sesshomaru percibirá tu olor y el mío cuando entremos, seguramente Jaken...

- Hablas muchos más que cuando te conocí hace un mes, ¿sabes? – enarco una ceja. – Solamente lo estoy haciendo como... un mero favor hacia ella. – agitando aburridamente su mano como si no fuera importante. – Además así podrías dedicarle directamente esa melodía a ella, respecto a Sesshomaru puedes tomar esto. – sacando un frasco dentro de su pantalón. – Para que no perciba tu olor y referente a Jaken puedes hablar con él para que guarde el secreto.

Setsuna lo veía desconfiada no creyendo de su amabilidad hacia su familia así que simplemente declino la oferta volviendo a tocar su violín, haciendo que el sonriera ampliamente era normal que la cachorra menor de Sesshomaru aun desconfiara de él, siendo uno de los causantes de las desgracias de la familia del perro demonio, aun no comprendía ni el mismo porque se encontraba haciendo todo esto:

- "Hmp. Ayudar a las hijas de Sesshomaru a entrenar sabiendo perfectamente que algún día ellas me mataran y pasar el tiempo con ella". – viendo directamente a la castaña. – "Sera porque me recuerda a ella...Rin." Realmente desconfías de mi cachorra. – la dulce melodía se detuvo haciendo que Setsuna se girara para ver mejor al descarado de Kirinmaru.

- Se dice ser precavida. – sentándose al lado de él tomando el libro que se encontraba en las manos del pelirrojo haciendo que el contacto de sus pieles provocara que se erizaran. – Siempre tienes este libro contigo, lo has leído varias veces y no encuentro lo fascinante de leer un libro de leyendas.

Mi dulce momentoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora