Capítulo 1

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Freya Gatti, siempre fue la mujer dominante en la vida cotidiana, los hombres en la preparatoria le llovían, pero siempre estuvo enamorada del típico chico malo que sabes que te hará daño, y aun así quieres que te dañe.

Ella lo enamoro con sus encantos y el cayo como un tonto enamorado, los días que compartían juntos eran hermosos, el primer mes de relación ambos mostraban lo mucho que se amaban, el primer año, eran envidiados por su estabilidad amorosa. Tal como en un libro cliché.

A los cinco años de relación ambos decidieron contraer matrimonio, ganándose así el odio y envidia de mucha gente, ambos eran la pareja perfecta a los ojos del mundo; ambos ilustraban felicidad.

Freya Gatti y Brant Meyer, la pareja que ocupaba la primera plana en televisión, la pareja que siempre aparecía en los diarios por lo envidiables que eran. Porque si, Brant Meyer era un empresario muy cotizado y deseado por muchas mujeres, Freya Gatti al ser su esposa era la envidia de muchas, al igual que el cosquilleo en la entrepierna de muchos hombres.

¿Terminaron como el típico libro cliché?, ¿Con dos hijos, un perro y viviendo felices por siempre?.

No, no terminaron así. Maltratos, abusos y violencia intrafamiliar. Eso era lo que vivía Freya tras esas cuatro paredes, pensando que el lo hacia por amor, ¿Alguien te golpea por amor? ¿Alguien te viola por amor? ¿Alguien te obliga a algo por amor?.

—¿Estas lista?—pregunta el hombre mientras se coloca los gemelos.

Freya niega con la cabeza mientras pasa el cepillo por su cabello una y otra vez, tenia miedo de su marido, mucho miedo.

—Aun me falta el maquillaje—dijo la morena bajando el cepillo para acomodar su cabello a los lados de su rostro.

—¿Para que te maquillaras? ¿No te he dejado claro que me gustas sin maquillaje?—pregunta mirando a su esposa que frunce los labios.

—No quiero ir a la fiesta—dice por fin.

Cada vez que iban a una fiesta ella terminaba mal, llorando y con el maltratandola o haciéndole cosas que un buen marido no le haría a la mujer que esta a su lado.

—No recuerdo habértelo preguntado. Vamos a ir porque vamos a ir—dice el, endureciendo la mandíbula. 

La antigua Freya le hubiese tirado una sarta de malas palabras, seguido de una buena paliza; pero la actual Freya era una mujer sumisa en todos los aspectos, era una mujer tranquila a la que le importaba mucho complacer a su marido.

—Brant, en verdad, ¿Que es lo que haré ahí?. Ese no es un lugar para mi—murmura sin mirarlo.

—Eres mi esposa, debes acompañarme o ¿Acaso quieres que la gente comente que la pareja mas idolatrada de toda Italia esta separada? ¿Quieres que piensen que ahora que estamos en Miami el amor ha fallecido?—Freya suspira.

Estaba harta de esto, pero aun tenia esperanzas de que el hombre del cual se enamoro siga ahí, que aquel hombre que alguna vez la quiso con locura, que siga ahí. ¿Pero aquel Brant volvería a salir como si nada?.

—Te quiero lista en diez minutos, ni mas, ni menos—es lo único que dice para dejar a su esposa en su habitación.

—Vamos Freya, tu eres fuerte nena, tu puedes con esto. Vamos a superar todo nena, solo hay que sonreír, fingir que estamos felices—dice mirando su reflejo en el espejo.

Las lagrimas rodaban en sus mejillas, mordió su labio inferior conteniendo cualquier chillido; bajo aquel vestido de seda las marcas hablaban mal de su vida, de ella misma. Tomo unas toallitas para limpiar las lagrimas, cuando termino de hacerlo se miro al espejo y se dio una sonrisa.

DimenticareDonde viven las historias. Descúbrelo ahora