Capítulo 15

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Los días pasaron con rapidez, tan rápido que el viernes llegó, el día en el que Brant volvería de su viaje a Nueva York, por parte de Christopher y Freya, tuvieron dos encuentros sexuales breves, pero claro, no eran para nada tranquilos. El día de hoy estaban ambos en el aeropuerto, esperando a Brant y los demás ejecutivos de la empresa.

Christopher estaba molesto, porque no volvería a ver a su vecina durante días y no volvería a tocarla, Freya por su parte estaba asustada, no sabía con que cara mirar a su marido; había limpiado toda la casa y repuesto cada cosa que había roto con Christopher, porque si Brant se daba cuenta de que algo faltaba, sospecharía o tal vez no se daría cuenta de nada y pensaría que fue un simple accidente, no una sesión de sexo desenfrenado.

Christopher observaba la pantalla de su celular mientras Freya observaba paciente a la gente caminar frente a ella, no había rastro alguno de su marido, pero aún así, el ecuatoriano no le hablaba, no sabía el porqué, pero tampoco estaba dispuesta a preguntárselo.

Freya comenzó a rascarse la nuca y morder sus labios por los nervios que la tenían muerta en vida, no sabía como saludaría a su marido sin pensar en su vecino, si lo besaba, obviamente la sensación sería extraña, puesto que Christopher besaba de una forma tan pasional que Brant no, así que obviamente extrañaría los labios de su opuesto. 

—Basta…—susurra Christopher, ganándose una mirada por parte de la mujer. —Si haces eso te va a descubrir, mantente tranquila… No se enterará de nada si tú no dices nada, solo relájate y piensa en que volverás a verlo, que no ha pasado nada entre tu y yo; que lo quieres y que lo has extrañado—musita lo último entre dientes.

La mujer asiente con la cabeza al mismo tiempo que su respiración se vuelve irregular. Christopher no entendía la gravedad del asunto, la mujer le fue infiel a su marido, ¡En la cama donde dormía con él! ¡En la mesa donde comía con él! ¡En el baño que usaban juntos!. No podía dejar esto así, Christopher no lo entendía porque no estaba casado, no lo entendía porque era un niño y no tenía una relación de once años que podía ser derrumbada por una infidelidad, por un simple capricho, por un simple deseo sexual de ambos.

Todo su matrimonio y su esfuerzo por hacerlo mejorar, se iría por la borda, no lograría permanecer tranquila mientras Christopher estaba a su lado haciendo quien sabe qué con el celular en sus manos.

—Odio que te pongas nerviosa, cuando no es por mi, dolcezza, tranquilízate—rumia el castaño, la mujer cierra los ojos tratando de oír lo que decía y acatar sus órdenes, pero era jodidamente imposible.

—¿No crees que para ti es fácil decirlo? No hablarán mal de ti, no van a decirte mujerzuela, no van a criticarte, no van a…—.

—¿No crees que debes dejar de pensar mucho? Freya, nadie va a hablar mal de ti, nadie sabe que hemos hecho, mucho menos saben que tenemos una relación tan estrecha, nadie sabe que nos dirigimos la palabra, cálmate—musita el ecuatoriano, Freya suspira y asiente con la cabeza tratando de mantener la calma.

La mujer comienza a hiperventilar cuando ve a su marido caminar junto a una pelirroja atrás suyo, Brant tenía el semblante sombrío que lo caracterizaba, la pelirroja a su lado traía una sonrisa de boca a boca. Los demás ejecutivos venían frente a ellos, cada uno con sus respectivas parejas.
Christopher endureció la mandíbula al ver a Nathalie junto a Brant, no le bastaba con acostarse con él y ahora venía a su lado, como si nada hubiera pasado, pero, Freya le había hecho lo mismo, así que mucho no le molestaba.

Cuando Brant llega frente a Freya, ella se levanta de la silla para cubrirlo con sus brazos en un abrazo embriagador, Brant la rodea con sus brazos, Christopher por su lado se levanta de la silla para carraspear la garganta.

DimenticareDonde viven las historias. Descúbrelo ahora